“Si este año no le pego en el campo, me retiro de esto y me voy a Estados Unidos”, se decía a sí mismo y sin muchas expectativas Juan Manuel Castañeda Barrientos, productor de la comunidad El Cerrito, en San Felipe, Guanajuato, donde la ganadería es una actividad de importancia económica y, por lo tanto, se requieren grandes cantidades de forraje para alimentar al ganado.
En San Felipe, como en muchas otras comunidades de México, la situación del campo se complica cada vez más debido a los altos costos de los insumos, la degradación de las tierras y el cambio climático. El ciclo pasado, por ejemplo, ante la necesidad de garantizar el alimento de sus reses y cabras para la época de estiaje, Juan Manuel tuvo que comprar forraje en Dolores Hidalgo. Si bien solucionó el problema de manera temporal, se incrementaron sus ya de por sí altos costos de producción, haciendo poco rentable la engorda y el mantenimiento de su ganado.
Actualmente Juan Manuel ha mejorado notablemente su producción, alcanzando 17 toneladas de forraje para ensilar por hectárea. Con cuatro hectáreas sembradas con cultivos y prácticas sustentables que aprendió a partir de un proyecto que impulsa el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y el Gobierno de Guanajuato, Juan Manuel ahora cuenta con reservas de alimento suficientes para mantener a su ganado por casi cinco meses durante el ciclo otoño-invierno, que es el periodo más crítico del año por la ausencia de vegetación en los agostaderos.
Gracias a que Juan Manuel tuvo la oportunidad de acercarse a la Agricultura Sustentable y decidió darle una oportunidad a las prácticas innovadoras que le propusieron no tuvo que migrar a los Estados Unidos. Sin embargo, muchos mexicanos aún no han podido acceder a alternativas para hacer más rentables y sustentables sus sistemas de producción y, ante la erosión de los medios de vida rurales, buscan oportunidades fuera del país.
Por supuesto, el fenómeno de la migración es altamente complejo y son muchos los factores que influyen para que alguien migre. No obstante, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica más reciente disponible (2018), cerca del 68% de los mexicanos que salen del país lo hacen para buscar trabajo o trabajar. Además, gran parte de estos migrantes son originarios de entornos rurales ―de 2013 a 2018 los cuatro principales estados expulsores de migrantes internacionales fueron Guanajuato, Oaxaca, Zacatecas y Michoacán―, hecho que se confirma al revisar el destino de las remesas.
Como manifiesta Bram Govaerts, director general del CIMMYT, “fenómenos como la migración surgen desde sistemas agroalimentarios disfuncionales. Cuando las personas no tienen que comer, cuando su base de bienestar se ha erosionado, entonces buscan otras alternativas. Por eso es importante generar sistemas agroalimentarios sólidos y resilientes para la conservación del medio ambiente y para la consolidación de la paz”.
Los retos y las dificultades que implica la migración requieren una acción colectiva porque, como apuntan las Naciones Unidas a propósito del Día Internacional del Migrante (18 de diciembre), la migración debería ser una elección, no una necesidad. Para contribuir a este propósito el CIMMYT y sus colaboradores promueven prácticas de Agricultura Sustentable para que, al igual que lo hizo el productor Juan Manuel Castañeda, los agricultores transformen sus sistemas productivos para que estos les provean medios de vida dignos.
Con información de Enrique Rosas Gaytán y Araceli Donghú Ángeles.