La plataforma de investigación Cajeme II se estableció en 2013 y, desde entonces, en ella se evalúan diferentes prácticas agronómicas dentro de un sistema de producción de trigo en condiciones de riego, atendiendo las necesidades de los productores del Valle del Yaqui y del Valle del Mayo, zonas altamente productivas del estado de Sonora, en el norte de México.
“Entre los aspectos que se estudian en esta plataforma están distintas prácticas de labranza, manejo de rastrojo, número de riegos de auxilio, rotación de cultivos y número de hileras del cultivo de trigo”, puntualizan los investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) responsables de la plataforma.
Al ser una zona altamente productiva, el uso de insumos es elevado y también lo es el costo de la producción y el impacto ambiental. En este sentido, en la plataforma de Cajeme II se buscan opciones que permitan mantener una alta productividad, pero de forma sustentable y rentable.
En el ciclo otoño-invierno 2021/22 se establecieron diversos tratamientos donde “los mayores rendimientos de trigo (promedio de 9.2 t/ha) fueron obtenidos después de cártamo, sea en rotación anual o en primer año después de cártamo en rotación de tres años”, comentan los responsables de la plataforma para ilustrar los beneficios de la diversificación de cultivos (en este caso mediante rotaciones), uno de los componentes básicos de la agricultura de conservación.
“Se entiende por agricultura de conservación al sistema de producción basado en tres componentes básicos: mínima labranza, cobertura permanente del suelo y diversificación de cultivos. En esta plataforma este sistema es evaluado para brindar a los agricultores de la zona las mejores recomendaciones para su implementación y adopción, dados los amplios beneficios que ofrece, particularmente para el manejo y conservación de suelo y agua”, señalan.
“Con cuatro riegos de auxilio el rendimiento de monocultivo de trigo con labranza convencional fue de 7,3 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que con camas permanentes (que permiten la cero o mínima labranza) aumentó 0,3 t/ha. Con tres riegos de auxilio, que es la práctica del agricultor con labranza convencional, tuvo el rendimiento más bajo (6.7 t/ha), mientras que, al convertir a camas permanentes el rendimiento fue mayor (7.1 t/ha)”, puntualizan los responsables de la plataforma.
Para el caso del cártamo los resultados más notables también están asociados a aquellos tratamientos con diversificación de cultivos, lo que suma razones para que los productores opten por la agricultura de conservación como opción viable y pertienente para reducir el impacto ambiental y lograr producciones más sostenibles y rentables.
La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.