Las arvenses son plantas silvestres que crecen en los campos de cultivo, se les considera una forma de vegetación altamente exitosa, a la vez que problemática, porque crecen sin haber sido sembradas y compiten por luz, espacio, agua y nutrientes con los cultivos. Estas plantas, conocidas comúnmente como malezas o “malas hierbas”, prosperan sobre todo en ambientes que han perdido su biodiversidad, como los monocultivos.
Ya que el manejo de arvenses suele ser una problemática considerable para los agricultores, sobre todo los de pequeña escala —porque implica muchas veces un trabajo manual exhaustivo para controlarlas—, en la plataforma de investigación San Juan Cotzocón (Oaxaca, México) se desarrolló un ensayo para evaluar el comportamiento de las arvenses en diferentes sistemas de labranza.
“Esta plataforma de investigación es un espacio para identificar prácticas que les permitan a los agricultores del trópico húmedo ser resilientes ante los retos del cambio climático”, señalan los responsables de la plataforma quienes explican que el experimento incluyó el establecimiento de cuatro tratamientos con agricultura de conservación —donde se hizo labranza mínima, se establecieron rotaciones y relevos de maíz con leguminosas (canavalia y frijol), y se mantuvo el rastrojo como cobertura del suelo— que fueron comparados con un quinto tratamiento con labranza convencional, es decir, con monocultivo de maíz, movimiento del suelo y remoción de los rastrojos.
“A los 56 días después de la siembra, el número de arvenses en los diferentes sistemas de labranza confirmaron que la agricultura de conservación es una alternativa viable para mejorar la gestión de malezas en el trópico húmedo —los sistemas con agricultura de conservación reportaron entre 162 y 311 arvenses por metro cuadrado, mientras que la labranza convencional reportó 1 185 arvenses—”, señala el equipo técnico de las plataformas.
Adicionalmente, en este ensayo se observó que la agricultura de conservación mejoró los rendimientos de manera sustancial y por lo tanto la rentabilidad del cultivo del maíz —los sistemas con agricultura de conservación reportaron entre 3,8 y 4,5 toneladas de maíz por hectárea (t/ha), mientras que la labranza convencional reportó 3,5 t/ha—.
La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.