Es probable que los impactos de la crisis de Ucrania repercutan en los próximos meses, si no es que años. Si las reducciones en las exportaciones de trigo de Rusia y Ucrania son tan severas como se anticipó, los suministros mundiales de trigo se verán seriamente limitados. Si se produce una reducción importante en las exportaciones de fertilizantes, la caída resultante en la productividad mundial endurecerá los mercados mundiales de trigo, de otros granos y fuentes alternativas de alimentos, dejando a las personas vulnerables en todo el mundo con precios más altos de alimentos, hambre y desnutrición.
Estas disrupciones masivas erosionarán el modesto progreso logrado hacia la igualdad de género, la conservación de la biodiversidad y la diversificación de las dietas. El severo impacto de este único choque muestra la fragilidad y complejidad subyacentes de nuestros sistemas agroalimentarios. El cambio climático traerá muchos más.
El mundo debe tomar medidas esenciales para mitigar los choques alimentarios, estabilizar los suministros locales de trigo y transitar hacia la resiliencia del sistema agroalimentario, desde el modelo actual impulsado por la eficiencia. Es por eso que se recomienda atraer inversiones sostenidas en investigación agrícola como un elemento fundamental de cualquier futuro viable y de seguridad alimentaria.
De los desafíos crónicos a las condiciones de crisis alimentaria
La producción mundial de trigo para la exportación está concentrada geográficamente, lo que genera vulnerabilidades inherentes en el sistema mundial. El dominio del comercio de exportación de trigo por un número relativamente pequeño de países tiene sentido bajo un paradigma de eficiencia, pero abre la puerta a picos de precios y crisis relacionadas con los alimentos. Al mismo tiempo, la vulnerabilidad biofísica de los principales graneros mundiales está en aumento a medida que la sequía y otros fenómenos meteorológicos extremos aumentan la volatilidad en los rendimientos, las exportaciones y los precios de los cereales.
Rusia y Ucrania producen 28% de las exportaciones totales de trigo del mundo y Rusia es una fuente importante a nivel mundial de combustible y fertilizantes. Con más de 2,500 millones de personas en todo el mundo consumiendo productos a base de trigo y los futuros de trigo en sus niveles más altos desde 2012, las exportaciones interrumpidas de Rusia y Ucrania marcarán el comienzo de nuevas presiones sustanciales sobre los mercados mundiales de trigo y enormes riesgos para las poblaciones vulnerables de todo el mundo. La dependencia en las importaciones de trigo de Rusia y Ucrania pone en peligro la seguridad alimentaria en los países de ingresos bajos y medianos del norte de África y Medio Oriente (Argelia, Egipto, Libia, Marruecos, Yemen), el Mediterráneo (Azerbaiyán, Turquía), África subsahariana (Nigeria, Sudán), el sur de Asia (Bangladés, Paquistán) y en todo el sudeste asiático. Los elevados precios de alimentos a nivel mundial golpearán más fuerte a aquellos países que ya luchan contra la inseguridad alimentaria.
Interrelacionadas con la concentración existente de países exportadores de trigo y las vulnerabilidades inducidas por el clima en los esenciales graneros mundiales, la crisis en Ucrania y las sanciones comerciales contra Rusia están desencadenando un nivel de volatilidad que podría abrumar fácilmente los mecanismos de mitigación existentes. Es muy posible que veamos una serie de efectos negativos a corto, mediano y largo plazo, que incluyen:
- Inseguridad alimentaria grave e impactos económicos debido a la reducción de los suministros mundiales de trigo y a los aumentos de precios que afectan a todos los países importadores de trigo y a las agencias de ayuda humanitaria;
- Disminución de la productividad mundial de granos debido a las limitaciones de la oferta de fertilizantes y a la escalada de precios, especialmente en los países de bajos ingresos que dependen de las importaciones de fertilizantes;
- El aumento de los precios de los alimentos y la expansión del hambre y la desnutrición en el mundo, como resultado de un suministro de combustible más ajustado que aumenta los costos de la producción agrícola; y,
- Presión sobre los presupuestos familiares que afecta negativamente a la nutrición, salud, educación y equidad de género.
Estabilizar mientras se construye resiliencia
Con estos desafíos de múltiples capas a la vista, proponemos acciones esenciales para mitigar las crisis de seguridad alimentaria a corto plazo, estabilizar el suministro de trigo y, al mismo tiempo, hacer la transición hacia la resiliencia del sistema agroalimentario.
Sin duda, la principal prioridad del mundo debe ser mitigar la crisis de seguridad alimentaria a nuestras puertas. Esto implicará impulsar la producción de trigo a través de la expansión de la superficie (por ejemplo, en sistemas de alto rendimiento en el Norte Global) y cerrar las brechas de rendimiento (por ejemplo, un mejor manejo y cadenas de valor de los sistemas de trigo de temporal en el Sur Global) utilizando incentivos de política pública como garantías de precios e insumos agrícolas subsidiados. La inseguridad alimentaria a corto plazo también puede abordarse mediante la gestión de la demanda (por ejemplo, controles de mercado para conservar las existencias de cereales para el consumo humano; uso de mezclas de harina de menor costo); y, reduciendo el riesgo de abastecimiento alternativo (por ejemplo, acuerdos comerciales).
Conforme se toman estas medidas, una serie de estrategias pueden conducir simultáneamente hacia un suministro de trigo más resiliente de escala local a global. Los sistemas de semillas que funcionan bien, el apoyo agronómico impulsado por la demanda y otros elementos de la autosuficiencia del trigo se pueden alentar a través de cambios en los contextos políticos, regulatorios y sectoriales locales. La mejora de la capacidad de vigilancia puede rastrear los patrones espaciales en el cultivo de trigo, incluida la expansión a áreas donde se ha identificado una ventaja comparativa para la producción de trigo (por ejemplo, idoneidad agroecológica; infraestructura de apoyo) en los marcos de desarrollo rural y planes nacionales (por ejemplo, como un cultivo de dos ciclos en las regiones centrales de Etiopía). Además de permitir pronósticos de rendimiento, los sistemas de vigilancia son fundamentales para el control fitosanitario de patógenos restringidos geográficamente en rutas comerciales alteradas de trigo.
Sin embargo, estas medidas para mitigar las crisis alimentarias y estabilizar los suministros locales de trigo no protegerán adecuadamente al mundo de los riesgos biofísicos relacionados con el clima para la seguridad alimentaria y nutricional. Paralelamente, una transición hacia la resiliencia del sistema agroalimentario requiere inversiones transformadoras en diversificación agrícola, gestión sostenible de los recursos naturales y agroecosistemas bajos en gases de efecto invernadero, así como acciones significativas para lograr la igualdad de género, la suficiencia nutricional y la seguridad de los medios de vida.
Investigación y desarrollo sostenido para un futuro de seguridad alimentaria
Ninguna de las acciones críticas descritas anteriormente está garantizada dada la oscilante inversión global en investigación agrícola. Impulsado por décadas de investigación agrícola, el mundo ha logrado limitar el número y la gravedad de las crisis de seguridad alimentaria a través de importantes ganancias en la productividad agrícola.
El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el centro internacional mundial de investigación sobre el trigo del CGIAR, ha estado trabajando incansablemente para mantener las cosechas de trigo en todo el mundo frente a las crecientes presiones de las enfermedades y los desafíos climáticos. La relación beneficio-costo estimada para la investigación de mejoramiento del trigo oscila entre 73:1 y 103:1. Sin embargo, la inversión en investigación solo aumenta cuando ocurren crisis alimentarias, revelando los riesgos globalizados de nuestros sistemas agroalimentarios altamente interconectados, y luego disminuye a medida que los recuerdos se desvanecen.
Con recursos limitados, los científicos de todo el mundo están atacando el complejo desafío de aumentar los rendimientos agrícolas y garantizar un suministro de alimentos estable y equitativo. Recibiendo solo aproximadamente 2% de los fondos internacionales de investigación agrícola a lo largo del tiempo, el CIMMYT y todo el CGIAR han tenido una capacidad limitada para desarrollar las capacidades de investigación a largo plazo que podrían mitigar o prevenir emergencias a corto plazo con efectos a mediano y largo plazo.
Responder a las crecientes presiones y la complejidad más profunda de los sistemas agroalimentarios requiere soluciones integradoras que permitan a los agricultores y a otras partes interesadas en la agricultura mitigar y resistir las crisis y lograr medios de vida viables. Las necesidades de conocimiento y tecnología son amplias en todos los sistemas de producción (por ejemplo, cultivos intercalados de trigo y leguminosas; intervenciones agroecológicas centradas en los cereales), cadenas de valor (por ejemplo, sistemas de semillas apropiados para el contexto; mejora de la nutrición a través de la mezcla de harinas), sistemas de monitoreo (por ejemplo, vigilancia basada en la genómica) y dimensiones sociales (por ejemplo, implicaciones de género de las nuevas estrategias de producción y consumo; intervenciones de política pública). La generación de tales soluciones depende de capacidades de investigación sólidas, multidisciplinarias y transparentes que impulsen la transición hacia la resiliencia del sistema agroalimentario. Una sólida inversión internacional en sistemas agrícolas resilientes es una condición esencial para la seguridad nacional, la paz y la prosperidad mundial.
Lea el artículo completo (preimpresión):
Another food crisis? The Ukraine conflict, global wheat supply and food security