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Germoplasma del CIMMYT: alimentar de manera segura a las futuras generaciones

Sam Storr

Foto: G. Mahuku/CIMMYT
Foto: G. Mahuku/CIMMYT

Las aflatoxinas son compuestos nocivos que liberan fitopatógenos que atacan el maíz. Junto con otras toxinas de la misma familia, se estima que este flagelo destruye hasta 25% de la producción mundial de alimentos. Las restricciones que impone la Unión Europea por la importación de grano contaminado por aflatoxinas representan pérdidas anuales del orden de los 670 millones de dólares americanos para los agricultores africanos.

Sin embargo, restringir el desplazamiento y uso de grano contaminado es un asunto de importancia crítica, ya que la aflatoxina B1, por ejemplo, es el carcinógeno más potente presente en la naturaleza. Se le asocia con defectos congénitos en los humanos y poco crecimiento del ganado por consumo de grano de maíz contaminado. Un brote de aflatoxinas en Kenia cobró 125 vidas en 2004; puede haber contaminación incluso si hay sequía exacerbada por el cambio climático.

El enorme riesgo que representan las aflatoxinas para el bienestar humano y el desarrollo las han colocado como una de las prioridades en la agenda de la iniciativa Feed the Future. Aunque existen muchas opciones, los investigadores del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos creen que la solución a largo plazo depende del germoplasma resistente a fitopatógenos de los bancos de genes del CIMMYT y del Instituto Internacional de Agricultura Tropical. Las nuevas líneas desarrolladas a partir de estos materiales han sido cruzadas con variedades de maíz africanas y actualmente están siendo ensayadas en el campo.