Florence Sipalla y Vongai Kandiwa
Resultados preliminares de un estudio piloto realizado por el CIMMYT en 10 mercados de semilla en distintas localidades de Kenia oriental, indican que existe una diferencia significativa en la forma en que hombres y mujeres participan en los mercados de semilla mejorada. “En muchos de los principales centros hay al menos dos veces más hombres que mujeres que compran semilla”, dice Vongai Kandiwa, especialista en género y desarrollo del CIMMYT, quien diseñó y condujo el estudio. Los patrones mejoran un poco cuando uno se desplaza a los centros cercanos a las comunidades rurales. “Esto nos indica que para llegar a más mujeres es importante que los distribuidores de semilla estén más cerca de ellas en las áreas remotas.”
De antiguo sabíamos —o sospechábamos— que es menos probable que las mujeres, comparadas con los hombres, recurran a los agrodistribuidores para comprar semilla. Sin embargo, no hemos hecho una medición cuidadosa y adecuada del tamaño de esta diferencia de género percibida en la participación del mercado, ni de cómo varía espacialmente. El estudio empieza a arrojar luz sobre esta área de acceso a insumos e igualdad de género. Después de todo, los agrodistribuidores son vínculos importantes en la cadena de valor de la semilla. Un agrodistribuidor es la fuente a la que los agricultores pueden recurrir para abastecerse de semilla, enterarse de la liberación de nuevas variedades resistentes a factores adversos y quizá comprar paquetitos de semilla para ensayarla en sus campos.
El estudio incluyó un mayor número de entrevistas familiares, que los científicos realizaron en diversos contextos a fin de evaluar diferentes aspectos de la agricultura familiar. Tradicionalmente, en los estudios se estiman los niveles de participación de los agricultores en el mercado preguntando a los encuestados si sembraron semilla mejorada. En muy pocas encuestas se pregunta si compraron la semilla.
En cambio, Kandiwa y su equipo adoptaron un método diferente que consiste en observar al participante. En lugar de basarse en los datos que dieron las personas encuestadas, el equipo pasó semanas observando los hábitos de compra de los clientes en los puntos de distribución de semilla que eligieron para el estudio, pero sin entrevistarlos. Este sistema permitió a los investigadores documentar quién, cuándo y qué productos buscan las personas, cuáles compran, en qué cantidad y qué temas les interesan. También les permitió averiguar si había divergencia entre lo que dicen los agricultores cuando son entrevistados y observar las características y el comportamiento en la interacción mercado-agricultor de ventas al menudeo.
“A hombres y a mujeres les preocupa el precio”, reporta Kandiwa, y señala que no hay diferencias de género respecto a la queja de los agricultores por el costo de la semilla. “Sin embargo, el equipo investigador observó que el número de mujeres que preguntan por el empaque es mayor que el de los hombres.” Kandiwa señala también que más hombres externaron su preocupación por la existencia de productos espurios, y que son más mujeres las que se interesan en el manejo postcosecha, ya que preguntan sobre control de plagas a la hora de comprar semilla.
El estudio es parte de las actividades del proyecto Maíz tolerante a la sequía para África (DTMA), que es patrocinado por la Fundación Bill & Melinda Gates. Basándose en los resultados, el equipo podrá informar a las compañías semilleras quiénes son los colaboradores clave en la distribución de maíz tolerante a la sequía y asegurarse de que éste llegue a los agricultores. “Ayudará también a las semilleras a entender que los hombres y las mujeres son clientes distintos y que hay que definir qué estrategias utilizar para cubrir las demandas de las mujeres “, señaló Kandiwa.