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Capacitar para asegurar el abasto de alimentos

SEFADER y CIMMYT forman a técnicos para llevar ciencia y soluciones al campo oaxaqueño, en apoyo a la seguridad alimentaria y la autosuficiencia.

Sandra Basurto Martínez, coordinadora del equipo técnico del programa Autosuficiencia Alimentaria de SEFADER, en la región de los Valles Centrales. (Foto: CIMMYT)
Sandra Basurto Martínez, coordinadora del equipo técnico del programa Autosuficiencia Alimentaria de SEFADER, en la región de los Valles Centrales. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En el campo oaxaqueño se impulsa una transformación significativa gracias a una colaboración estratégica entre el gobierno del estado de Oaxaca —a través de la Secretaría de Fomento Agroalimentario y Desarrollo Rural (SEFADER)— y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Ambas instituciones han unido fuerzas para implementar diversas acciones en favor de los productores oaxaqueños.

La participación del CIMMYT busca potenciar el impacto de los programas estatales dirigidos al campo, particularmente los de Autosuficiencia Alimentaria y Abasto Seguro de Maíz a través de la estrategia de formador de formadores y con la instalación de plataformas de investigación para validar las innovaciones agronómicas que después son llevadas a los agricultores para que ellos tomen decisiones informadas y adaptadas a las condiciones locales.

La estrategia formador de formadores responde a la necesidad de reforzar las capacidades técnicas de quienes trabajan directamente con productores de pequeña escala. Para muchos técnicos, el apoyo científico de instituciones como el CIMMYT permite que puedan ofrecer soluciones concretas y efectivas a los productores de la región.

Sandra Basurto Martínez, coordinadora del equipo técnico del programa Autosuficiencia Alimentaria de SEFADER, en la región de los Valles Centrales, destaca la relevancia de esta estrategia al indicar que “la participación de los centros de investigación es fundamental, porque ellos proporcionan toda la parte científica y tecnológica para la producción de maíz y frijol, que son la base del programa”.

Además, Basurto subraya la importancia de una formación específica y precisa para enfrentar los desafíos actuales del campo. “Necesitan llegar ya con algo certero, algo bien trabajado con los productores, y no llegar a ensayar o probar, y ese es el propósito de capacitar a formadores, así como de las plataformas de investigación”, enfatiza.

Los programas de la SEFADER se articulan con el despliegue de cientos de técnicos en el territorio, quienes abarcan un amplio espectro de poblaciones, incluyendo algunas en situación de alta y muy alta marginación. En este sentido, los técnicos desempeñan un papel fundamental en la distribución de insumos agrícolas, la implementación de biofábricas, el manejo de bancos comunitarios de semillas, y la instalación de huertos escolares.

De acuerdo con Basurto, estas acciones benefician no solo a los productores, sino también a grupos específicos como las mujeres rurales, a quienes se les capacita en el manejo de aves de doble propósito para mejorar la producción en sus hogares, y a los niños, quienes reciben educación sobre prácticas agrícolas en sus escuelas.

El esquema formativo impulsado por la SEFADER y el CIMMYT permite entonces que las tecnologías y conocimientos validados a través de la investigación conjunta se compartan de manera continua y accesible. En palabras de Basurto, la estructura de apoyo entre técnicos y formadores ha sido crucial, ya que el equipo de técnicos en campo es muy grande y las condiciones en el campo son muy variables, por lo que la vinculación con instituciones que están dispuestas a compartir su experiencia y experticia, como el CIMMYT, es esencial.

La sinergia entre SEFADER y CIMMYT no solo representa un avance en términos de capacidades técnicas, sino que también refuerza el compromiso con una agricultura sustentable, resiliente y capaz de mejorar las condiciones de vida de las comunidades oaxaqueñas. Con esta colaboración, el estado de Oaxaca apuesta por un futuro en el que la ciencia y el conocimiento compartido sean la base de un desarrollo agrícola inclusivo y sostenible.