En las laderas de Chiapas, donde con frecuencia la agricultura se enfrenta a significativos retos, una flor de intenso color naranja se abre paso cada temporada de Día de Muertos: el cempasúchil. Este cultivo, tradicionalmente ligado a la celebración ancestral mexicana, es un auténtico emblema de la agricultura sustentable en la región, gracias al trabajo del Hub Chiapas y sus colaboradores, quienes promueven el arreglo de siembra de microrrotación en plataformas, módulos y áreas de extensión.
“En este momento estamos en el tratamiento de franjas de doble hilera con microrrotación“, explica Mateo Pérez Santiz, del equipo técnico del Hub Chiapas. “Al inicio, en la siembra de primavera-verano, se establecieron dos líneas de maíz y dos de frijol, que es donde está actualmente la línea de cempasúchil, y una vez que el frijol se haya cosechado alrededor del mes de julio, inmediatamente se trasplanta el cempasúchil, porque este se germina un mes antes para que la flor salga para Día de Muertos. Porque si se siembra más temprano o más tarde, pues ya no sale para cosechar en flor”.
La planeación y el manejo adecuado de los tiempos y espacios en la parcela, señala Pérez Santiz, es esencial para asegurar una cosecha exitosa y para que la producción de cempasúchil esté lista justo en el periodo de mayor demanda: la temporada de ofrendas. Esto se convierte en un “reto tanto para quienes promovemos agricultura sustentable como para el productor, porque de lo contrario el productor se llevaría una desilusión si no se logran los objetivos”, añade el especialista.
La introducción del cempasúchil en las unidades de producción es parte de una estrategia de diversificación de cultivos que beneficia tanto al suelo como al ecosistema circundante. “Aquí la idea de la diversificación de cultivos es que sirva a diversos propósitos”, comenta Benancio Jiménez Gómez, coordinador técnico del Hub Chiapas. “Cuando sembramos cultivos diferentes al cultivo principal, también nos sirve como atrayentes de insectos benéficos. Además, las raíces se comportan diferente a las del maíz, entonces, ese es otro beneficio que estamos teniendo”.
El cempasúchil, con su color vibrante y su aroma característico, no solo es ornamental, sino que ofrece beneficios agronómicos importantes. Esta flor tiene la capacidad de atraer insectos polinizadores y actuar como una especie de repelente natural de plagas. Además, al integrarse en la rotación de cultivos, ayuda a incrementar la cantidad de materia orgánica que queda en el suelo, un aspecto crucial para mantener la salud del suelo y reducir la erosión, especialmente en terrenos de ladera característicos de la región.
Además de los beneficios ambientales, la incorporación del cempasúchil en los sistemas de producción diversificada abre nuevas oportunidades económicas para los agricultores chiapanecos. “Como es cultivo de flores, también diversificas el ingreso. Puedes sacar maíz para consumo, pero también cultivar flores para la venta. Entonces, ya no solo tu ingreso depende del cultivo principal”, afirma Pérez Santiz, quien resalta que esta estrategia permite a los productores obtener una ganancia adicional sin comprometer su seguridad alimentaria.
Si además de la diversificación de cultivos, que es uno de los elementos básicos de la agricultura de conservación, se añaden prácticas como la Milpa Intercalada con Árboles Frutales (MIAF), entonces los agricultores pueden introducir un mayor número de especies en su parcela, beneficiando así la conservación del suelo y, en el largo plazo, contribuyendo a la resiliencia de la tierra. En palabras de Pérez Santiz, “se pueden diversificar en la medida que el productor lo desee”.
El cempasúchil, cuyo nombre proviene del náhuatl y significa “flor de veinte pétalos”, es una planta con una historia que se remonta a épocas prehispánicas y que, hoy en día, cobra nuevo significado en el contexto de la agricultura sustentable. Con una altura que puede alcanzar hasta un metro y una coloración que oscila entre el amarillo y el naranja profundo, esta flor tiene propiedades medicinales y usos industriales, como en la industria avícola, donde sus pétalos se utilizan para pigmentar de forma natural el color de la piel y las yemas de los huevos.
Este cultivo también tiene un papel potencial en la mitigación del cambio climático ya que el cempasúchil contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero al disminuir el uso de plaguicidas y fertilizantes sintéticos, un beneficio clave para los sistemas de agricultura regenerativa en regiones de alta biodiversidad como Chiapas.
Así, el cempasúchil se transforma en un símbolo de un enfoque agrícola integral. Con prácticas sustentables, esta flor no solo ilumina los altares en Día de Muertos, sino que también florece como una alternativa sustentable y rentable en la agricultura.