En zonas caracterizadas por la degradación del suelo, la falta de acceso a tecnologías agrícolas sustentables y la baja diversificación de cultivos, la capacitación en género e inclusión social cobra una relevancia especial en torno a la seguridad alimentaria, ya que son las mujeres quienes toman decisiones clave en la producción y selección de alimentos, por lo que tienen el potencial de fomentar prácticas agrícolas sustentables que pueden mejorar significativamente la calidad de vida de las familias rurales.
Así, en el marco del proyecto Seguridad Alimentaria y Nutricional para Comunidades Rurales del estado de Quintana Roo, especialistas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) impartieron una capacitación en el estado de Quintana Roo con el objetivo de reforzar la inclusión social y de género en la agricultura sustentable. Esta formación, dirigida a productoras del municipio de Felipe Carrillo Puerto, subrayó la importancia del rol de las mujeres en la seguridad alimentaria y el bienestar de sus comunidades.
El taller abordó la manera en que las mujeres rurales contribuyen significativamente a la producción y preparación de alimentos en sus hogares derivado de la producción de maíz. “Ustedes deciden qué alimentos se incorporan a la dieta, qué maíz es adecuado para sus tortillas o tamales. Esa es una decisión clave en la seguridad alimentaria de sus familias”, destacó Eugenio Telles, facilitador del taller, al inicio de la jornada. Este enfoque subraya la relevancia de las mujeres en la cadena alimentaria, desde la selección de las semillas hasta la preparación de alimentos.
La capacitación también incluyó una introducción a la agricultura sustentable y sus beneficios para el medio ambiente y la salud de las familias. Se recalcó la necesidad de emplear variedades locales de maíz y otros cultivos adaptados a la región, además de prácticas agroecológicas que contribuyan a la resiliencia comunitaria ante los cambios climáticos. La biofábrica local, donde se producen abonos orgánicos, fue mencionada como un ejemplo exitoso de estas prácticas en la comunidad.
Durante el taller, las productoras participaron activamente en una dinámica que les permitió reflexionar sobre su papel en la toma de decisiones agrícolas. Jesús Núñez, otro de los capacitadores, destacó: “Ustedes, como mujeres rurales, toman decisiones fundamentales en la seguridad alimentaria. A veces, el hombre cosecha, pero ustedes son quienes saben qué maíz se cocina más rápido o cuál es más adecuado para ciertos platos tradicionales”. Estas palabras resonaron entre las asistentes, quienes compartieron sus experiencias y conocimientos sobre las variedades de maíz más utilizadas en la región.
Este esfuerzo del CIMMYT en colaboración con el gobierno estatal no solo fomenta la equidad de género, sino que también refuerza la autosuficiencia alimentaria en las comunidades rurales de la Península de Yucatán. Al reconocer y valorizar el trabajo de las mujeres en la producción y preparación de alimentos, la capacitación busca generar cambios duraderos en las prácticas agrícolas y alimentarias, asegurando una mejor calidad de vida para las familias rurales.
La capacitación contribuyó a que las participantes reafirmaran su papel esencial en la seguridad alimentaria de sus hogares. Como mencionó una de las productoras, doña Justina: “Aunque el trabajo en el campo lo hacen los hombres, nosotras sabemos qué maíz es mejor para cocinar y qué alimentos son los más nutritivos para nuestras familias. Este taller nos hace sentir más seguras de nuestra labor en el campo y su importancia”.
Así, al incorporar a las mujeres en el diseño e implementación de soluciones, proyectos como este fortalecen la resiliencia comunitaria frente a los retos alimentarios y ambientales, promoviendo un impacto positivo y duradero en la región.