Al estar profundamente conectados con su historia y tradiciones, los maíces nativos y criollos son esenciales para la identidad agrícola de Colombia. A pesar de su importancia cultural y biológica, se ha ido perdiendo semilla de maíz nativo, de manera que articular estrategias que apoyen la conservación in situ, es decir, en los propios contextos de quienes los cultivan, se vuelve una tarea fundamental.
Para delinear esas estrategias, desde 2023 el CIMMYT y colaboradores locales en Colombia han realizado diagnósticos participativos para conocer el estatus de la diversidad y retos en la conservación de maíces nativos en los departamentos de Valle de Cauca, Nariño y Putumayo. “Un primer desafío es comprender la diversidad existente de las variedades locales y las causas de pérdida de la agrobiodiversidad”, menciona el equipo de investigadores.
Así, y con base en la información proveniente de encuestas con productores y comercializadores sobre las problemáticas y áreas de oportunidad en la cadena de valor de estas variedades de maíz, los investigadores de CIMMYT y sus colaboradores locales han desarrollado conversatorios —realizados del 24 al 31 de julio en Ipiales y Pasto, Nariño; y en Colón, Putumayo y Restrepo, en Valle del Cauca— que, con una perspectiva de inclusión social, buscan comprender mejor el papel de los mercados nicho en la conservación de los maíces nativos y así trazar una ruta crítica para fortalecer la cadena de valor de estas variedades.
En los conversatorios participaron agricultores, comercializadores, chefs, transformadores, intermediarios y otros actores clave —líderes de organizaciones de base, dependencias como el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), la Pastoral Social, entre otras organizaciones— quienes dialogaron sobre la influencia de los mercados en la conservación, los beneficios de mantener la diversidad de las variedades locales, las problemáticas (y posibles soluciones) que enfrenta cada eslabón de la cadena de valor, así como las oportunidades relacionadas con las demandas del mercado, como la proveeduría constante, la oferta de maíces de colores y la buena calidad de los granos.
Estos conversatorios serán clave para definir estrategias que permitan afrontar los diferentes desafíos en la región, entre los que se encuentra la baja rentabilidad del cultivo que, en ocasiones, lleva a los agricultores a preferir la siembra de maíz híbrido para aumentar sus márgenes de ganancia.
Así, estos procesos participativos permitieron a los distintos actores de la cadena de valor visualizar el poder de los mercados nicho y otras formas de comercialización —plazas de mercado, graneros, pequeños comercios informales con venta de productos tradicionales, venta de semillas— para influir en la conservación y el rescate de cultivos tradicionales.
“Debemos agruparnos tanto compradores como productores, mantenernos en para empujar objetivos en común”, manifestó un cocinero en Ipiales, mostrando cómo la comprensión de los intereses mutuos de conservación y la empatía de los retos en cada tramo de la cadena de valor, puede beneficiar a todos.