Mucho se habla de los gases de efecto invernadero (GEI) y de su impacto ambiental, pero, ¿qué son estos gases y cómo impactan a la vida en el planeta?
Los GEI son componentes gaseosos en la atmósfera que tienen la capacidad de absorber y emitir radiación térmica. En otras palabras, se trata de gases que actúan como una especie de cristal que envuelve a la Tierra, absorbiendo y reteniendo el calor del Sol, justo como ocurre en un invernadero. Así, parte de lo que hace que la Tierra sea habitable es, precisamente, su efecto invernadero natural, el cual la mantiene en un promedio amigable de 15 °C —temperatura media actual del planeta—.
Como vemos, el efecto invernadero no es por sí mismo un fenómeno dañino, por el contrario, es fundamental para que la vida en el planeta se mantenga pues, de otra manera, la Tierra estaría expuesta al frío del espacio y la vida como la conocemos no podría prosperar. De hecho, el efecto de calentamiento del dióxido de carbono —uno de los principales gases de efecto invernadero— ayuda a estabilizar la atmósfera terrestre. Al quitar el dióxido de carbono, el efecto invernadero de la Tierra colapsaría y la superficie del planeta sería unos 33°C más fría.
El problema con los GEI entonces es el desequilibrio causado, en gran medida, por las actividades humanas que los han hecho aumentar descontroladamente, contribuyendo así al calentamiento global y agudizando los efectos de la variabilidad climática. El calentamiento excesivo puede desencadenar eventos climáticos extremos, afectando ecosistemas, patrones de lluvias y niveles del mar, entre otros impactos.
Con respecto a las contribuciones de GEI, se estima que cerca del 75 % de las emisiones globales de estos provienen de actividades humanas, particularmente del sector energético —incluyendo la quema de combustibles fósiles—, por el cambio de uso de suelo —incluyendo deforestación—, el transporte y el sector agropecuario, el cual se estima podría ser el responsable de hasta el 39 % de las emisiones.
El dióxido de carbono (CO2) que resulta de la quema de combustibles fósiles y cambios en el uso del suelo, el metano (CH4) que se libera durante la fermentación entérica de los rumiantes y en la gestión de estiércol, así como los óxidos de nitrógeno (NOx) que resultan de la aplicación de fertilizantes nitrogenados y otras prácticas son ejemplos de procesos agropecuarios que, convencionalmente, generan GEI.
Desde CIMMYT, y a través de las diversas iniciativas que este centro de investigación científica internacional impulsa con colaboradores en distintas partes del mundo, se promueven prácticas y tecnologías agrícolas sustentables encaminadas a mitigar las emisiones de GEI, ya que estos gases, al contribuir al calentamiento global y al cambio climático, refuerzan un ciclo negativo donde, a su vez, el cambio climático afecta la producción agrícola, creando desafíos para la seguridad alimentaria.
La agricultura de conservación —particularmente a través de prácticas como la rotación de cultivos y la cobertura del suelo con residuos agrícolas—, la gestión eficiente de fertilizantes, el uso de sensores ópticos y la identificación y promoción de cultivos resistentes al clima para adaptarse a las condiciones cambiantes, son ejemplos de prácticas capaces de reducir las emisiones de GEI.
Una de las iniciativas más recientes y novedosas para identificar y promover las mejores prácticas agrícolas que les permitan a los agricultores transitar de una forma accesible hacia una agricultura sustentable es Excelencia en Agronomía —basada en la investigación científica y en resultados de una red de plataformas de investigación en México y otros países— la cual está permitiendo, entre otros temas, comprender con mayor amplitud aspectos relacionados con los GEI y la agricultura. Te invitamos a seguir a @ACCIMMYT en redes sociales, o a través del hashtag #EiA, para más información sobre esta iniciativa.