En el comienzo del año 2024, el escenario climático presenta desafíos significativos para los sistemas agroalimentarios a nivel global. Con el fenómeno de El Niño vigente, las predicciones meteorológicas y los informes de organismos como la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los Estados Unidos y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) señalan una continua alteración de las condiciones climáticas.
De acuerdo con la más reciente actualización de la NOAA sobre El Niño (Oscilación del Sur de El Niño o ENSO, por sus siglas en inglés), se espera que este fenómeno persista durante el invierno del hemisferio norte, con una transición a condiciones de ENSO neutral entre abril y junio de 2024, con una probabilidad del 60%. La OMM estima que este episodio de El Niño se extenderá al menos hasta abril de 2024, contribuyendo a un aumento adicional de las temperaturas en tierra y océano.
Este fenómeno, exacerbado por los niveles récord de gases de efecto invernadero, plantea amenazas considerables, incluyendo olas de calor, inundaciones, crecidas y sequías. En los últimos nueve años, las temperaturas globales han alcanzado niveles sin precedentes, y la continua concentración de dióxido de carbono en la atmósfera indica un calentamiento continuo.
De acuerdo con los principales sistemas de seguimiento meteorológico, a pesar del tránsito de El Niño a una fase neutra, se espera que en 2024 se intensifique todavía más el calor dado que las consecuencias de El Niño en las temperaturas mundiales suelen ser más importantes después de que el episodio haya alcanzado su punto álgido.
El aumento de las temperaturas y la variabilidad climática asociada a El Niño generan un riesgo significativo para la seguridad alimentaria. La sequía, en particular, se presenta como una amenaza aguda para las regiones afectadas, como Centroamérica y el sur de México. La FAO advierte sobre la necesidad urgente de adaptar los sistemas de producción agrícola a escenarios de sequías más pronunciadas, donde millones de vidas y medios de subsistencia podrían estar en riesgo.
En este contexto desafiante, CIMMYT destaca la importancia de estrategias de adaptación y mitigación, donde sistemas como la agricultura de conservación constituyen una vía probada para que los agricultores logren hacer frente a las sequías, señalan investigadores de CIMMYT.
En el contexto de un clima en constante cambio, las perspectivas para los sistemas agroalimentarios en 2024 demandan una acción concertada. El impacto de El Niño y el cambio climático no son solo desafíos futuros; ya están afectando a comunidades vulnerables. La adopción de prácticas sostenibles, como la agricultura de conservación, emerge como una estrategia crucial para enfrentar estos desafíos y garantizar la seguridad alimentaria en un mundo cada vez más inhóspito.