La paz no es simplemente la ausencia de guerra. La paz es un proceso social complejo y un concepto construido históricamente. La paz tiene que ver con la superación, con reducir o evitar todo tipo de violencias: físicas, culturales o estructurales. También con la capacidad de las sociedades para transformar los contextos adversos, siempre que sea posible, en oportunidades de creación colectiva y de diálogo, de cambio e innovación, de adaptación e intercambio.
Lograr la paz, y mantenerla, es tan fundamental para la seguridad alimentaria, como la seguridad alimentaria lo es para una convivencia en paz. Donde hay conflicto los medios de vida se ven amenazados y la hambruna es una posibilidad siempre latente. También se han documentado situaciones a la inversa, donde la escasez de alimentos contribuye a crear ambientes hostiles y, eventualmente, conflictos.
Todas las sociedades tienen en su historia algún antecedente de conflicto. Algunas, lamentablemente, experimentan actualmente alguno. Esto reafirma la urgencia de transitar a una cultura de paz donde, además de aprender a vivir juntos y construir soluciones juntos, se aprenda a reconstruir el tejido social justo desde sus cimientos. Esto es, cultivar la paz.
Cultivar la paz no es simplemente una metáfora, implica girar los reflectores hacia uno de los espacios con mayor potencial para consolidar la paz social: el campo, el lugar donde el conflicto, la migración y el cambio climático erosionan los medios de vida de la población y, en consecuencia, su tejido social.
Siguiendo el legado del doctor Norman Borlaug, quien recibió el Premio Nobel de la Paz por salvar millones de vidas de la hambruna gracias a sus trabajos de mejoramiento en trigo, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) impulsa actualmente diversos proyectos alrededor del mundo para consolidar sistemas agroalimentarios sustentables que contribuyan a afinzar comunidades resilientes y pacíficas.
Entre estos proyectos destaca AgriLAC Resiliente, una iniciativa del CGIAR —consorcio de centros de investigación internacionales del cual forman parte el CIAT, el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés), el Instituto Internacional de la Papa (CIP), de Perú, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), de México, entre otros— para transformar los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Su objetivo es aumentar la resiliencia, los servicios ecosistémicos y la competitividad de estos sistemas de la región.
A través de esta iniciativa, recientemente se han instalado plataformas de investigación agronómica en Guatemala y Honduras, países clave dentro del complejo fenómeno de la migración regional. En esta plataformas, hoy se evalúan e identifican las mejores prácticas y tecnologías agrícolas para implementarse en los campos de cultivo de dichos países, impulsando así sistemas productivos, sostenibles, resilientes y capaces de contribuir a reestablecer y fortalecer el tejido social.
En el marco del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo (10 de noviembre) te invitamos a conocer y a sumarte a los trabajos del CIMMYT y sus colaboradores para impulsar iniciativas como AgriLAC Resiliente.