Zacatecas es un estado con una producción agrícola importante ―destaca en el cultivo de frijol, chile y tomate rojo― y, de hecho, está posicionado en el noveno puesto en el ranking nacional en cuanto al valor de la producción. No obstante, también es un estado que enfrenta numerosos retos asociados a la agricultura.
De acuerdo con el Seminario Agricultura Sostenible en Zacatecas ―desarrollado en 2021 por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y diversas instituciones académicas―, en la entidad es necesario transitar hacia sistemas de producción más sostenibles que permitan alcanzar una diversificación productiva y un manejo integrado de cuencas para la recarga de acuíferos como una vía para la restauración forestal, el rescate de la biodiversidad, y la recuperación de la aptitud productiva de los ecosistemas.
En este contexto de grandes retos para la producción agrícola zacatecana destaca Aguas Firmes, un proyecto impulsado por Grupo Modelo junto con la Cooperación Técnica Alemana GIZ, por encargo del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) de Alemania, implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares.
“Algo que ha impactado positivamente, que ha dado buen resultado y que ha derivado del acompañamiento técnico que se proporciona a los agricultores a través de Aguas Firmes es el uso del control biológico en hortalizas, sobre todo chile y ajo, y eso se ha visto reflejado en mejores producciones de estos cultivos”, comenta Julio César González, quien forma parte del equipo técnico del proyecto en Zacatecas.
En Calera una parte considerable de la superficie agrícola se siembra con hortalizas. El manejo que prevalece, en general, es uno donde “subsolean, barbechan o voltean y luego rastrean, pasan destorrenadores varias veces y prácticamente mullen el suelo, lo pulverizan completamente”, comenta Julio César, puntualizando que estas prácticas, al deteriorar los suelos, han contribuido a que crezcan los problemas de sanidad vegetal en hortalizas.
“Muchos productores invierten en fungicidas para el control de enfermedades, sobre todo en chiles. Ellos estaban acostumbrados a la aplicación de este tipo de productos y a partir de Aguas Firmes se les hizo la propuesta de hacer unos cambios porque en la zona se observan muchos problemas de sanidad que llevan a que la mayoría trate de “curar” la semilla con un fungicida, pero de todas maneras surgen problemas”, menciona Julio César.
Entre las enfermedades más comunes en la zona de Calera está el damping-off, un consorcio de enfermedades (Pythium, Rhizoctonia, Fusarium spp.) “que el productor conoce como ‘secadera’ o ‘ligamiento’ porque se ligan las plantas, se ahorcan en el tallo, se destruyen los haces vasculares ―tejidos especializados que conducen las sustancias nutritivas en las plantas― y se secan”, señala el técnico.
Cada momento del ciclo productivo tiene además riesgos sanitarios específicos. Cuando llega la canícula, por ejemplo, prolifera la cenicilla polvorienta, un patógeno en las hojas de chile que hace que se empiecen a morir las plantas: “La gente veía este problema como algo común, con resignación decían «ya llego su tiempo y ya se mueren las plantas», y lo decían como algo muy normal, pero no, lo que pasa es que esas plantas están enfermas y se pueden recuperar si se tratan adecuadamente y con anticipación”, enfatiza Julio César.
Para hacer frente a estas problemáticas “empezamos a recomendar diversas alternativas; en el caso de la secadera productos a base de micorrizas ―asociaciones de hongos y las raíces de la planta―, tratamientos con Trichoderma―un hongo benéfico―, Azospirillum ―un género de bacterias promotoras del crecimiento vegetal― y otros organismos benéficos que han dado muy buena respuesta, se han visto mejoras: mejor calidad de la plántula y una mejor sanidad en general. De hecho, el año pasado ya fue más común ver un mayor uso de esta tecnología entre los productores del proyecto”.
En el caso de la cenicilla se han usado “caldos sulfocálcicos ―una mezcla mineral que actúa como fungicida― y algunos otros productos orgánicos que han permitido controlar el problema. Ahora vemos plantas con mayor vida, mayor llenado de frutos y al final se refleja todo en mejores rendimientos en el cultivo de chile, pero también han servido en el control de la ‘pudrición blanca’ ―una enfermedad que ataca cebollas y ajos―. Esto ha funcionado y les ha servido, por lo tanto, han tenido mayor rentabilidad”.
Con respecto a los costos, varios de los productos alternativos descritos cuestan alrededor de 800 pesos (800 MXN). Y si bien un fungicida, de los más económicos, cuesta 700 pesos (700 MXN), se requieren “al menos tres o cuatro aplicaciones; además, matas todo, lo malo y lo bueno y, como lo primero en restablecerse son los patógenos, entonces hay que continuar aplicando y por eso la producción se encarece al aplicar fungicidas”.
Experiencias como esta muestran que las prácticas sustentables para la conservación de recursos como suelo y agua, también impactan positivamente en otros aspectos importantes de la producción agrícola, como es la sanidad vegetal, esencial para garantizar la disponibilidad de alimentos, sanos, inocuos y nutritivos para la sociedad. En este sentido, proyectos como Aguas Firmes son relevantes por promover soluciones integrales con impacto positivo más allá de las parcelas.
¿Quieres saber más de Aguas Firmes? Visita el sitio web para más información: https://www.aguasfirmesgrupomodelo.com/es