Las aflatoxinas son compuestos altamente tóxicos y cancerígenos producidos por hongos del género Aspergillus y pertenecientes a la sección Flavi. Lamentablemente varios cultivos de gran importancia, como el maíz, son frecuentemente contaminados por aflatoxinas, lo cual causa serios problemas de salud en humanos y animales, y grandes pérdidas económicas a lo largo de la cadena productiva. Existen varios retos para controlar efectivamente la contaminación por aflatoxinas y el principal es que la mayoría de los agricultores, y la población en general, no disponen del conocimiento requerido.
“Una tecnología no se puede popularizar entre los agricultores si no conocen el problema que la tecnología está diseñada para resolver; muchos agricultores, consumidores, extensionistas, miembros del sector público y privado, entre otros, lamentablemente, carecen del conocimiento acerca de las aflatoxinas, los agentes causales de la contaminación y/o las formas de prevenirla” asegura el doctor Alejandro Ortega Beltrán, del Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA por sus siglas en inglés) en Nigeria.
En este escenario, si los consumidores no conocen el problema no pueden presionar a los agricultores, industrias, gobiernos para que tomen medidas que controlen la contaminación por aflatoxinas a lo largo de la cadena productiva, comenta el científico mexicano, reconocido por la Sociedad Estadounidense de Fitopatología (APS) por su contribución al desarrollo y adopción de una tecnología de control biológico, para reducir la contaminación por aflatoxinas en América del Norte y África.
Para el especialista, el principal desafío para lograr la transferencia de tecnologías efectivas que atiendan esta problemática es el financiamiento, el cual es relativamente bajo para control de micotoxinas, especialmente si se compara con el financiamiento destinado al mejoramiento para cultivos de interés. Sin embargo, este no el único reto por atender:
En la mayoría de los países en desarrollo (donde el problema de contaminación con aflatoxinas es más grave), las políticas que impiden la comercialización de cultivos contaminados son inexistentes, mal articuladas o aplicadas, asegura el especialista del IITA, por lo tanto, la ausencia de políticas efectivas restringe la voluntad de los agricultores de invertir en tecnologías de manejo de aflatoxinas. De manera similar, la falta de políticas efectivas y aplicadas desalienta a las industrias a invertir en la producción de tecnologías para reducir las aflatoxinas, como los productos de biocontrol.
Existe otro desafío relacionado con las leyes para el registro de productos de biocontrol, “un producto de control biológico de aflatoxinas debe registrarse para su uso a gran escala. Es necesario realizar los ensayos de efectividad bajo la guía de la agencia reguladora que proporcionará el registro. Se debe consultar y sensibilizar a miembros de las agencias reguladoras y legisladores sobre todos los aspectos relevantes de la tecnología de biocontrol antes de comenzar el desarrollo del producto; esto en algunas ocasiones lleva demasiado tiempo”.
Ortega Beltrán sostiene que en la mayoría de los países en desarrollo las políticas para prevenir el comercio y el consumo de alimentos y piensos contaminados son inexistentes o no se aplican adecuadamente. Por lo tanto, muchos mercados no pagan precios superiores por cultivos con contenidos aceptables de aflatoxinas y, por lo tanto, la mayoría de los agricultores no tienen incentivos para invertir en tecnologías que limiten la contaminación con aflatoxinas.
La capacidad de fabricación es otro de los temas pendientes debido a que “las tecnologías de control de aflatoxinas deben fabricarse a escala para que cientos de miles de agricultores las utilicen y tengan un impacto significativo en la reducción del contenido de aflatoxinas en los cultivos. Los desarrolladores de productos o tecnologías deben considerar cómo, quién y dónde se llevará a cabo la producción, ¿sector público o privado?, como sea, se debe dar preferencia a la producción local, o en países vecinos (por ejemplo, en Senegal y enviada por carretera a Malí), ya que no es práctico enviar productos para tratar cientos de miles de hectáreas por vía aérea o marítima”, comenta el especialista.
Sumado a estos desafíos, el escalamiento es fundamental, la tecnología de control de aflatoxinas más eficaz debe escalarse para llegar a los usuarios finales, los agricultores, que en última instancia la utilizarán para producir cultivos seguros. Hasta ahora se ha logrado el escalamiento de los productos de control biológico de aflatoxinas en África Subsahariana después de su registro mediante inversiones, relaciones comerciales y la implementación de estrategias de negocios.
Otros retos igual de importantes son: baja o nula capacidad de determinar niveles de aflatoxinas a nivel de campo o bodegas (se necesitan sistemas de monitoreo aprobados, baratos y escalables), sectores que demandan tecnologías que controlen multiples micotoxinas, pocos fondos para resolver el problema de micotoxinas, la noción de que tecnologías individuales resolverán el problema [por ejemplo, el uso de Organismos Genéticamente Modificados (OGMs)], entre muchos otros de índole política, social, comercial, y/o climática que deben ser atendidos.