Cada que el equipo técnico del proyecto CLCA invita a algún productor a sumarse a dicho proyecto —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores—, trata de demostrarle cómo la agricultura y la ganadería pueden convivir sin impactar negativamente en la fertilidad del suelo.
Adaptar los sistemas de producción a las condiciones actuales de cambio climático es uno de los principales objetivos del acompañamiento técnico que brinda el proyecto.
“En Oaxaca, a través del trabajo con el CIMMYT y CLCA estamos tratando de hacer que la agricultura y la ganadería, y la fertilidad del suelo, no estén peleadas, sino integradas y podamos generar alimentos sanos y suficientes para las familias”, asegura Carlos Barragán, quien forma parte del equipo técnico que promueve CLCA.
Antes de dejarse guiar por los técnicos del proyecto CLCA, Félix Betanzos Benítez ya intentaba intercalar haba y alverjón con la siembra del maíz, pero ahora suma el trigo, la avena y el ebo, cultivos de los que procura obtener su propia semilla para reducir gastos.
“Es un beneficio para nosotros porque así se alimentan nuestros animales” y “estamos guardando un poquito de ebo, un poquito de semilla de avena para la próxima temporada que viene para seguir teniendo pastura para que crezca el ganado”.
Así como Félix, Anselmo Ramírez, un productor de San Marcos Monte de León, también se convenció de los beneficios de mantener cubierto el suelo de su parcela la mayor parte del año y de que se puede producir maíz y forrajes al mismo tiempo.
El suelo de Alselmo ha sido degradado por la erosión, por eso tomó el consejo de cubrirlo con rastrojos de la cosecha anterior y moverlo lo menos posible. De cada cosecha que logra Anselmo con agua de temporal “sale para los animales y para uno, para comer” porque “donde dejo el rastrojo no meto a los animales para que no lo acaben y así poco a poco el rastrojo se va pudriendo y nutriendo al suelo”.
Además de reducir gastos, Anselmo ha descubierto que es más práctico sembrar en la misma parcela maíz y otros cultivos como avena, ebo, canola y triticale, semilla que le otorgó Fondo para la Paz, una organización que se sumó a la implementación del proyecto de CLCA en la Mixteca de Oaxaca.
Óscar Mejía, supervisor de esa organización puede contabilizar en números las mejoras en rendimientos que la parcela de Anselmo ha alcanzado al implementar la agricultura de conservación y la introducción de forrajes en al menos el 80 % de los módulos y áreas de extensión donde se implementa el proyecto de CLCA.
“Con agricultura convencional —con movimientos excesivos del suelo y sin cubrirlo con rastrojos— en promedio se consiguen entre 600 y 800 kilos de maíz, pero con la agricultura de conservación hemos registrado que esa cantidad se eleva a 1,2 o hasta 2,2 toneladas, así que dejar el rastrojo, no mover el suelo y rotar cultivos nos ha permitido que incrementemos hasta en un 40 % los rendimientos, tanto de maíz como en nuevos cultivos alternativos para la parte pecuaria”, resalta Óscar.