Para alimentarse, la humanidad depende de los suelos; sin embargo, 52 % de la tierra utilizada para cultivar alimentos está moderada o severamente degradada, lo cual disminuye la capacidad del suelo para cumplir con importantes funciones ecosistémicas, como la regulación del clima.
En un contexto donde se estima que la agricultura es responsable del 39 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, un grupo de investigadores de centros de investigación internacionales, pertenecientes al sistema CGIAR, están recopilando evidencia para identificar las mejores prácticas agronómicas que lleven a los suelos agrícolas a transformarse en una solución, en un lugar de un problema.
Efectivamente, el suelo es un gran aliado en la lucha contra el cambio climático, pero la pregunta es, ¿cómo se pueden reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) —uno de los principales gases de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global— y aumentar al mismo tiempo la captura de carbono desde los suelos agrícolas?
El término “captura de carbono” implica la eliminación del CO2 de la atmósfera —que es donde tiene las mayores implicaciones negativas— y su almacenamiento en biomasa, en forma de vegetación, en el océano y ambientes terrestres, incluidos los suelos agrícolas. El contenido de carbono en los suelos agrícolas “depende de los factores relacionados con su formación, pero puede modificarse por los cambios en su manejo”, señala Nele Verhulst, líder de investigación en sistemas de cultivos para América Latina del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), uno de los centros de investigación del CGIAR.
“En conjunto con la Universidad de Stanford (Estados Unidos), el CIMMYT desarrolla el proyecto Terradot para impulsar la adopción de sistemas de producción, con base en agricultura de conservación, que pueden aumentar los niveles de carbono orgánico del suelo, mejorando así su calidad y apoyando en la mitigación del cambio climático”, menciona Simon Fonteyne, líder del proyecto en el CIMMYT.
En el marco de este nuevo proyecto que en México se está desarrollando en el estado de Chiapas, recientemente —en la semana del 14 al 28 de octubre— se realizaron muestreos de suelo en las plataformas de investigación del Hub Chiapas del CIMMYT, ubicadas en los municipios de Villa Corzo, Venustiano Carranza y San Andrés Larráinzar.
“Las plataformas de Villa Corzo y Venustiano Carranza se encuentran en regiones con terrenos planos y mecanizados, mientras que en Larráinzar se siembra en zona de laderas, con el sistema de Milpa Intercalada con Árboles Frutales. Al representar las condiciones contrastantes de los sistemas de producción del estado, estas plataformas nos pueden ayudar a entender que prácticas capturan más carbono, y por eso estamos desarrollando investigación en ellas, determinando el contenido de materia orgánica, carbón orgánico del suelo y su densidad”, comenta Abel Saldivia Tejeda, uno de los investigadores del CIMMYT que participa en el proyecto.
“La estrategia es aumentar el contenido de carbono en el suelo, mejorar su distribución y estabilidad, encapsulándolo dentro de agregados estables para que esté protegido de los procesos microbianos por un largo tiempo. Por esta razón estamos midiendo el carbono en el suelo para ver si las prácticas sustentables pueden ayudar a captar carbono en las parcelas y así disminuir emisiones”, continua Saldivia.
Paralelamente, en Perú, también se está midiendo el carbono en el suelo para identificar las prácticas agronómicas más adecuadas para su captura. Los trabajos iniciaron en 2020 y, a la fecha, ya se ha recolectado información sobre el manejo agronómico y la productividad de 500 productores de papa gracias al proyecto global Excelencia en Agronomía, una nueva iniciativa del CGIAR en América Latina en la que participan el Centro Internacional de la Papa (CIP) con la colaboración de pequeños productores del distrito de Chugay —provincia de Sánchez Carrión, La Libertad— y la ONG “Asociación Pataz”.
Para recabar los datos en la zona andina se adaptó la bitácora agronómica e-Agrology del CIMMYT al cultivo de papa: “Los polígonos pertenecientes a las parcelas de los agricultores están definidos en e-Agrology, creando una oportunidad para entrenar imágenes basadas en la teledetección con campos de papas bajo diferentes afecciones de estrés, etapas fenológicas, variedades, manejos y rotaciones. Los algoritmos entrenados pueden permitir la detección de otras áreas y rotaciones de papa, dando la oportunidad de una cartografía de alta resolución del sistema de cultivo en la zona”, puntualiza David Ramírez, investigador del CIP que participa en este proyecto.
La degradación de los suelos, el aumento de las plagas y enfermedades y la incertidumbre e intensidad de los fenómenos climáticos extremos están provocando que los agricultores andinos experimenten importantes reducciones en el rendimiento de sus cultivos. Muchos se ven obligados a utilizar fertilizantes inorgánicos y a aplicar frecuente e intensamente insecticidas y pesticidas para asegurar la producción. Aunque esto garantiza los rendimientos, implica emisiones indirectas de gases de efecto invernadero, aumentando la huella de carbono y, a su vez, reduciendo la capacidad del suelo para capturarlo.
Debido a este escenario, es necesario explorar técnicas agronómicas con potencial de mitigación del cambio climático, orientadas a incrementar la materia orgánica del suelo y reducir las emisiones indirectas de carbono a la atmósfera: “El suelo andino contiene altos stocks de carbono en el suelo; sin embargo, hay una falta de evidencia sistemática sobre la evaluación de estas reservas bajo las prácticas agronómicas actuales y del potencial de mitigación del cambio climático de los pequeños agricultores andinos”, señala Ramírez.
“La medición del stock de carbono en el suelo asociada a las diferentes rotaciones de cultivos de las áreas paperas, unida al mapeo de alta resolución basado en imágenes satelitales, creará una oportunidad para evaluar y simular escenarios de captura de carbono en la zona. Todo esto también construirá evidencia para futuros esquemas de compensación en los mercados de carbono a futuro para los pequeños agricultores”, comenta el investigador.
Así, tanto en México como en Perú, investigadores y agricultores buscan soluciones para hacer del suelo el mejor aliado en la lucha contra el cambio climático, adoptando y evaluando prácticas sustentables para contribuir a incrementar la productividad y la calidad de la producción no solo para los productores de estos países, sino para millones de pequeños hogares agrícolas en diversas partes del mundo. #SoilHealthMonitoring