Guachochi es una localidad de la Sierra Tarahumara —cadena montañosa que forma parte de la Sierra Madre Occidental—, en Chihuahua, México, donde los agricultores han notado cómo la variabilidad climática favorece la aparición de plagas en sus cultivos. Ante este hecho, buscan tanto alternativas para su control como nuevas variedades de maíz resistentes a las condiciones climáticas cada vez más adversas.
“En los años con sequía más severa las plagas aumentan”, comenta Isael Arteaga Flores, del CIDET, “por eso es importante concientizar a la gente sobre los drásticos problemas ocasionados al medioambiente por el uso indiscriminado de pesticidas químicos a los que los productores recurren en estos casos”.
En el marco de MasAgro-Cultivos para México —iniciativa que impulsa la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico (CIDET) capacita a agricultores con el fin de desarrollar conocimiento sobre nuevas prácticas de manejo sustentable de plagas.
En la comunidad de Pahuiranachi, por ejemplo, la capacitación giró en torno al uso y beneficios de las trampas de feromonas para el control del gusano cogollero y otras plagas del maíz. Además de aprender a instalar las trampas, los participantes aprendieron a identificar los daños de las plagas para anticiparse y tomar medidas oportunas para su control.
Paralelamente, en colaboración con el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA) 170, en la comunidad La Mesita se estableció un ensayo de diferentes variedades de maíz a fin de identificar las más adecuadas para la zona, donde mayoritariamente se siembran maíces nativos sin ningún mejoramiento.
Entre los materiales probados hay híbridos comerciales, líneas del CIMMYT y maíces nativos de la región. Aunque es necesario establecer este ensayo por al menos dos años más para tener información más concluyente y de utilidad para los productores, destacó un híbrido comercial (Hermes) con 1 673 kilogramos por hectárea, seguido de un material del CIMMYT (CHLHW12013), con 1 497 kilogramos por hectárea.
Acciones como las que se promueven en Chihuahua contribuyen a que los productores se involucren en los esfuerzos de mitigación y adaptación al cambio climático para que ellos puedan seguir cosechando y la sociedad disponiendo de los alimentos que necesita.