Hoy, ante el elevado costo de los fertilizantes, es muy importante que los productores apliquen los nutrientes en la cantidad, en el momento y la forma correcta. Existen además estrategias para optimizar el uso de los fertilizantes. Una de ellas es, mediante análisis de suelos en parcelas —con una ubicación estratégica—, generar mapas de fertilidad y recomendaciones puntuales para fertilizar de manera adecuada.
Los mapas de fertilidad permiten visualizar, incluso a nivel de municipios, la situación particular de la fertilidad de los suelos. Esta es información valiosa para generar mezclas diferentes para cada zona o región, de acuerdo con las necesidades específicas de cada una.
Normalmente la oferta comercial de fertilizantes no considera estas necesidades particulares, pero “un ejemplo de lo importante que es generar una mezcla diferente para cada zona es que si aplicamos fósforo a una que ya tiene mucho fósforo, creamos un banco de este nutriente y podemos generar un bloqueo de zinc. Esto puede desfavorecer los rendimientos”, comenta Francisco Buenrostro, técnico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en la región de El Bajío, en México.
Dependiendo de los resultados que arroje el análisis de suelo hay otras opciones y áreas de oportunidad para realizar una fertilización balanceada. El suministro de nutrientes en forma foliar, el uso de sensores ópticos o la aplicación de yeso agrícola —que se considera un mejorador de suelos— son algunos ejemplos.
Desarrollar e implementar estrategias de fertilidad integral permite, además de ahorrar en el tema de fertilizantes, tener otros beneficios: “También podemos impactar en la calidad del grano porque al aplicar nutrientes en los momentos adecuados es posible incrementar significativamente los niveles de proteína, en el caso del grano de trigo esto se logra con la aplicación de nitrógeno en el momento adecuado”, menciona Francisco.
Al comparar el esquema convencional de fertilización contra la propuesta de fertilidad integral en las parcelas demostrativas de El Bajío, donde se ha implementado la estrategia, se ha encontrado que con las prácticas para optimizar el uso de fertilizantes ha habido un incremento de la producción de hasta 15%, lográndose reducir la cantidad de aplicación de fertilizantes entre 30 y 40% por tonelada producida.
En un contexto como el actual, donde los conflictos y el cambio climático imponen nuevos retos a la producción agrícola, estrategias como esta merecen ser consideradas para replicarse y escalarse en beneficio de los agricultores y de la sociedad en general.