Mientras el brusone de trigo sigue infectando los cultivos de países de todo el mundo, los investigadores buscan formas de detener su propagación. La enfermedad —causada por el patotipo Magnaporthe oryzae Triticum— puede reducir drásticamente el rendimiento de los cultivos y dificultar la seguridad alimentaria y económica en las regiones en las que se ha instalado.
Investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT) y de otras instituciones internacionales estudiaron el potencial de propagación del brusone de trigo y examinaron las tácticas existentes para combatirlo. Según ellos, una combinación de métodos —incluyendo el uso y la promoción de variedades resistentes, el uso de fungicidas y el despliegue de prácticas agrícolas estratégicas— tiene la mejor oportunidad de frenar la enfermedad.
La enfermedad se identificó originalmente en Brasil en 1985. Desde entonces, se ha extendido a otros países de Sudamérica, como Argentina, Bolivia y Paraguay. En la década de 1990, el brusone de trigo afectó a tres millones de hectáreas en la región. Sigue siendo una amenaza.
A través del comercio internacional de cereales, el brusone del trigo se introdujo en Bangladesh en 2016. La enfermedad ha afectado a unas 15.000 hectáreas de tierra en el país y ha reducido el rendimiento medio hasta un 51% en los campos infectados.
Como las esporas del hongo pueden viajar con el viento, podría extenderse a países vecinos, como China, India, Nepal y Pakistán, países en los que el trigo proporciona alimentos y puestos de trabajo a miles de millones de personas. La enfermedad también puede propagarse a otros lugares a través del comercio internacional, como ocurrió en Bangladesh.
“La enfermedad, en las tres primeras décadas, se extendía lentamente, pero en los últimos cuatro o cinco años su ritmo se ha acelerado y ha dado dos saltos intercontinentales”, dijo Pawan Singh, jefe de patología del trigo del CIMMYT, y uno de los autores del reciente artículo.
Una buena lucha
Las semillas infectadas son el vector más probable cuando se trata de que la enfermedad se extienda a grandes distancias, como a otros continentes. Por ello, una de las estrategias clave para mitigar el brusone de trigo está en manos de los gobiernos del mundo. El documento recomienda poner en cuarentena las semillas potencialmente infectadas antes de que entren en una nueva jurisdicción.
Los gobiernos también pueden crear “vacaciones” para el trigo, que prohíben funcionalmente su cultivo en las explotaciones agrícolas cercanas a las regiones en las que se ha instalado la enfermedad. Idealmente, esto mantendría los cultivos infecciosos fuera del alcance de las esporas de la plaga transportadas por el aire y el viento. Por ejemplo, en 2017, India prohibió el cultivo de trigo a menos de cinco kilómetros de la frontera con Bangladesh. El documento también recomienda que en esas zonas se cultiven otros cultivos —como legumbres y semillas oleaginosas— que no puedan ser infectados por el patógeno del brusone de trigo, para proteger los medios de vida de los agricultores.
Otras tácticas implican la colaboración entre investigadores y trabajadores agrícolas. Por ejemplo, se han desarrollado sistemas de alerta temprana para la predicción del brusone trigo, que se están aplicando en Bangladesh y Brasil. A partir de los datos meteorológicos, estos sistemas alertan a los agricultores cuando las condiciones son ideales para un brote del brusone de trigo.
Los investigadores también están buscando variedades de trigo resistentes a la enfermedad. En la actualidad, ninguna variedad es totalmente inmune, pero unas pocas son prometedoras y pueden resistir parcialmente en función de la presión de la enfermedad. Muchas de estas variedades resistentes tienen el genotipo Milan del CIMMYT en su pedigrí.
“Pero la resistencia sigue siendo limitada. Sigue siendo bastante limitada, básicamente un solo gen”, dijo Xinyao He, uno de los coautores del artículo, y añadió que la identificación de nuevos genes resistentes y su incorporación a los programas de mejoramiento podrían ayudar a reducir el impacto del brusone de trigo.
Wheat spikes damaged by wheat blast. (Photo: Xinyao He/CIMMYT)Cuantos más, mejor
Otros métodos descritos en el documento implican directamente a los agricultores. Sin embargo, algunos de ellos podrían ser más factibles que otros desde el punto de vista económico o práctico, sobre todo para los pequeños agricultores de los países en desarrollo. El brusone de trigo prospera en climas cálidos y húmedos, por lo que los agricultores pueden ajustar la fecha de siembra para que el trigo florezca cuando el clima sea más seco y fresco. Este método es relativamente fácil y de bajo costo.
La investigación también recomienda que los agricultores roten los cultivos, alternando entre el trigo y otras plantas que el brusone de trigo no puede infectar, para que la enfermedad no se transmita de un año a otro. Los agricultores también deben destruir o eliminar los residuos de los cultivos, que pueden contener esporas de brusone de trigo. La adición de diversos minerales al suelo, como silicio, magnesio y calcio, también puede ayudar a las plantas a defenderse del hongo. Otra opción es la resistencia inducida, aplicando a las plantas productos químicos como el ácido jasmónico y el etileno que desencadenan su resistencia natural, de forma parecida a una vacuna, dijo Singh.
En la actualidad, el uso de fungicidas, incluido el tratamiento de las semillas con estos compuestos, es una práctica habitual para proteger los cultivos del brusone de trigo. Aunque se ha demostrado que es algo eficaz, añade costos adicionales que pueden ser difíciles de asumir para los pequeños agricultores. Además, el patógeno evoluciona para sobrevivir a estos fungicidas. A medida que el hongo cambia, también puede adquirir la capacidad de superar las variedades de cultivo resistentes. El documento señala que la rotación de fungicidas o el desarrollo de otros nuevos —así como la identificación y el despliegue de más genes resistentes dentro del trigo— pueden ayudar a resolver este problema.
Sin embargo, la combinación de algunos de estos esfuerzos en tándem podría tener un marcado beneficio en la lucha contra el brusone de trigo. Por ejemplo, según Singh, el uso conjunto de variedades de trigo resistentes, fungicidas y medidas de cuarentena podría ser una forma de salvaguardar los cultivos y los medios de vida de los pequeños agricultores de los países en vías de desarrollo, en términos de tiempo, trabajo y rentabilidad.
“Es necesario adoptar múltiples enfoques para gestionar el brusone de trigo”, agregó.