Responsables del 80% de los alimentos que comemos y del 98% del oxígeno que respiramos, las plantas son un pilar de la vida en la tierra. Pero están bajo amenaza. Según la FAO, hasta el 40% de los cultivos alimentarios se pierden debido a plagas y enfermedades cada año.
Cuando se producen brotes de enfermedades, los impactos pueden ser devastadores. En la década de 1840, la gran hambruna irlandesa, causada por una enfermedad fúngica, causó la muerte de alrededor de un millón de personas y provocó la emigración de otro millón.
La reciente invasión de langostas del desierto por África, la peor en décadas, muestra la vulnerabilidad de los cultivos ante las plagas.
La langosta del desierto es una de las plagas más destructivas del mundo, con un pequeño enjambre que cubre un kilómetro cuadrado y consume la misma cantidad de alimentos por día que 35,000 personas. El brote podría incluso provocar una crisis humanitaria, según la FAO.
¿Cómo afecta el cambio climático a las plagas y enfermedades?
El cambio climático es un factor que impulsa la propagación de plagas y enfermedades, junto con el aumento del comercio mundial. El cambio climático puede afectar el tamaño de la población, la tasa de supervivencia y la distribución geográfica de las plagas; y la intensidad, desarrollo y distribución geográfica de las enfermedades.
Según los expertos, la temperatura y las precipitaciones son los principales impulsores de los cambios en cómo y dónde se propagan las plagas y enfermedades.
“En general, un aumento en los niveles de temperatura y precipitación favorece el crecimiento y la distribución de la mayoría de las especies de plagas al proporcionar un ambiente cálido y húmedo y la humedad necesaria para su crecimiento”, dice Tek Sapkota, científico de sistemas agrícolas y cambio climático del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Sin embargo, cuando las temperaturas y los niveles de precipitación aumentan, esto puede retrasar el crecimiento y la reproducción de algunas especies de plagas y destruirlas al lavar los huevos y larvas de la planta huésped, explica.
Esto explicaría por qué muchas plagas se están alejando de los trópicos hacia áreas más templadas. A las plagas les gustan las temperaturas más cálidas, pero hasta cierto punto. Si hace demasiado calor o demasiado frío, las poblaciones crecen de manera más lenta. Dado que las regiones templadas no están actualmente a temperatura óptima para las plagas, se espera que las poblaciones crezcan más rápido en estas áreas a medida que se calientan.
Las enfermedades de los cultivos siguen un patrón similar, particularmente cuando se trata de patógenos como los hongos.
Movimiento hacia los polos de la tierra
La investigación muestra que desde 1960, las plagas y enfermedades de los cultivos se han movido un promedio de 3 km al año en dirección a los polos norte y sur de la tierra a medida que aumentan las temperaturas.
El complejo mancha de asfalto, una enfermedad fúngica nativa de América Latina, que puede causar hasta un 50% de pérdida de rendimiento en el maíz, se detectó por primera vez en EE. UU. en 2015. Normalmente, prevalente en climas tropicales, la enfermedad ha comenzado a emerger en regiones tropicales, incluidas las zonas altas del centro de México y muchos condados de Estados Unidos.
El escarabajo del pino de montaña, uno de los insectos más destructivos que invaden América del Norte, se está moviendo hacia el norte a medida que aumentan las temperaturas y es probable que se extienda por el noreste de los Estados Unidos y el sureste de Canadá para 2050.
La roya del trigo, que se encuentra entre las mayores amenazas para la producción de trigo en todo el mundo, también se está adaptando a climas más cálidos y se está volviendo más agresiva en la naturaleza, dice Mandeep Randhawa, mejorador de trigo y patólogo de la roya del trigo del CIMMYT.
“A medida que aumentan las temperaturas, se producen mayores cantidades de esporas que pueden causar una mayor infección y podrían dar lugar a cambios patógenos a través de una tasa más rápida de su evolución”.
Los científicos informaron recientemente que la roya del tallo había surgido en el Reino Unido por primera vez en 60 años. Según el estudio, es probable que los cambios climáticos en los últimos 25 años hayan alentado las condiciones de infección.
Niveles crecientes de CO2
El aumento de los niveles de dióxido de carbono (CO2) también podría afectar a las plagas indirectamente, al cambiar la arquitectura de la planta huésped y debilitar sus defensas.
“Las concentraciones elevadas de CO2, como resultado de la actividad humana y la influencia sobre el cambio climático, probablemente influirán indirectamente en las plagas a través de la modificación en la química de la planta, la fisiología y el contenido nutricional”, dice Leonardo Crespo, mejorador de trigo del CIMMYT.
El aumento de las concentraciones y temperaturas de CO2 también podría proporcionar un entorno más favorable para los patógenos como los hongos, informa el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC en inglés).
A pesar de la gran confianza entre los científicos sobre que el cambio climático causará un aumento de plagas y enfermedades, predecir exactamente cuándo y dónde se propagarán las plagas y enfermedades no es una tarea fácil. Existe una variación significativa entre las diferentes especies de plagas y los tipos de patógenos, y los modelos climáticos solo pueden proporcionar estimaciones de dónde pueden ocurrir infecciones o brotes.
Control de plagas y pandemias
Para abordar estas incertidumbres, los expertos reconocen cada vez más la necesidad de monitorear los brotes de plagas y enfermedades y han pedido un sistema de vigilancia global para monitorearlos y mejorar las respuestas.
Las herramientas tecnológicas recientes, como el laboratorio móvil MARPLE, que analiza patógenos como la roya del trigo en tiempo casi real y proporciona resultados en 48 horas, permiten la detección temprana. Los sistemas de alerta temprana también son herramientas fundamentales para advertir a los agricultores, investigadores y responsables políticos de posibles brotes.
La obtención de variedades resistentes a plagas y enfermedades es otra solución ecológica, ya que reduce la necesidad de pesticidas y fungicidas. En colaboración con científicos de todo el mundo, el CIMMYT trabaja en el desarrollo de variedades de trigo y maíz resistentes a enfermedades.
Los insectos beneficiosos también pueden actuar como un control natural de plagas para los cultivos. Las catarinas, las arañas y las libélulas actúan como depredadores naturales de plagas. Otras soluciones incluyen medidas de control mecánico como trampas de luz, de feromonas y pegajosas, así como controles de prácticas agrícolas como la rotación de cultivos.
Las Naciones Unidas han declarado este año como el Año Internacional de la Sanidad Vegetal, haciendo hincapié en la importancia de aumentar la conciencia mundial sobre cómo “proteger la salud de las plantas puede ayudar a acabar con el hambre, reducir la pobreza, proteger la biodiversidad y el medio ambiente e impulsar el desarrollo económico”.
Como parte de esta iniciativa, el CIMMYT organizará la 24ª Conferencia Bianual Internacional de Resistencia Vegetal a los Insectos (IPRI en inglés) del 2 al 4 de marzo. La conferencia cubrirá temas que incluyen interacciones planta-insecto, mejoramiento para resistencia y tecnologías de fenotipado para predecir rasgos resistentes a plagas en plantas.
Foto de portada: Un enjambre de langostas en el noreste de Kenia. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura advirtió que los enjambres ya vistos en Somalia, Kenia y Etiopía podrían extenderse. Foto: Sven Torfinn/FAO