José Esteban Sotelo Mariche es originario de la costa de Oaxaca, México. Es ingeniero agrónomo de la Universidad Autónoma Chapingo y está certificado en seguridad alimentaria y desarrollo rural. Actualmente, trabaja con pequeños productores de maíz nativo, a quienes ayuda a producir de una manera sostenible para comercializar en los mercados locales e internaciones. José Esteban recibió recientemente el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la categoría de Agente de Cambio por su participación en este trabajo.
Los premios, son una iniciativa del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE), que busca reconocer las contribuciones de mujeres y hombres jóvenes que están implementando innovaciones en los sistemas agroalimentarios en maíz de América Latina. Esta es la tercera entrega de los premios, después de Asia en octubre de 2018 y en África en mayo de 2019. La ceremonia de entrega de los premios tuvo lugar en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia, el 9 de octubre de 2019.
P: ¿Cual fue tu inspiración para dedicarte a la agricultura?
R: Me inspiró el ser parte de una familia dedicada al campo en mi estado natal, Oaxaca, donde me han inculcado el amor a la tierra y las plantas.
La agronomía me pareció importante por ser la encargada de garantizar la producción de alimentos que se sirven en la mesa de los mexicanos, además de proyectar la mejora y eficiencia de los procesos productivos.
P: Describe tu innovación.
R: Mi innovación se fundamenta en el fortalecimiento de la cadena productiva de maíz nativo en el estado de Oaxaca y la integración del Centro de Validación y Transferencia de Tecnología Rural como un espacio donde se brinda asistencia técnica y capacitación a los pequeños productores, además de validar cultivos resistentes a la sequía que harán un mejor frente al cambio climático.
En 2014, constituí la sociedad Integradora Agroempresarial del Rio Verde S.P.R. de R.I. con la finalidad de impulsar la producción, generación de valor agregado y comercialización de productos agropecuarios, la cual, actualmente, agrupa a más de 80 productores indígenas mixtecos, chatinos y afromexicanos.
A finales de 2016, firmé un convenio comercial con la empresa Masienda para distribuir micro lotes de maíces nativos a restaurantes de alta especialidad y gourmets ubicados en ciudades norteamericanas.
Actualmente, trabajo en impulsar el fortalecimiento del consumo a nivel local, a través de la venta de tortillas, tostadas, chips u otros derivados en los principales sitios turísticos de la región y la apertura de un espacio gastronómico y comercial dedicado al maíz nativo y la diversidad del sistema milpa.
La actividad más reciente en la que me he desempeñado es la integración del Centro de Validación y Transferencia de Tecnología Rural en colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, la Universidad Autónoma Chapingo, el Instituto Tecnológico de Pinotepa, la Universidad de la Costa y otras organizaciones de productores, con quienes evaluamos sistemas de agricultura de conservación, uso eficiente del agua y agroforestería. Así mismo, este espacio sirve para actividades de capacitación y asistencia técnica para integrantes de la sociedad y agricultores de la región.
P: ¿Cómo te sientes al haber sido nombrado uno de los ganadores de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina?
R: Es un honor ser parte de este espacio y poder conocer a diferentes investigadores, productores, y especialistas en maíz de América Latina y a su vez, poder contribuir con las futuras generaciones en el tema del cambio climático y una agricultura responsable.
P: ¿Qué consejo le darías a otros jóvenes interesados en la agricultura?
R: La agricultura es la base de nuestro futuro. Creo que los jóvenes de Latinoamérica tienen la oportunidad para ayudar a sus países a combatir la falta de alimentos y el cambio climático. Un joven que hoy tiene entre 15 o 20 años, en 2050 será un adulto mayor que no se encontrará en las mismas circunstancias de disponibilidad de alimentos, agua, clima y oportunidades si no hace algo ahora. En los jóvenes esta la responsabilidad del futuro que le vamos a dejar a las siguientes generaciones y, por lo tanto, la energía de la juventud se debe concentrar en un mundo que tenga alimentos, agua, biodiversidad, una agricultura eficiente y con responsabilidad ambiental, y una economía equitativa y de impacto social.