Carlos Barragan García trabaja en la fertilidad del suelo y el desarrollo de modelos de negocio incluyentes de pequeños productores que atiendan cadenas cortas agroalimentarias. Estudió la ingeniería en agroecología en la Universidad Autónoma Chapingo y es colaborador del proyecto MasAgro en el estado de Oaxaca, México, donde trabaja adaptando sistemas de producción a pequeña escala al cambio climático. Carlos recibió recientemente el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la categoría de Agente de Cambio por su participación en este trabajo.
Los premios, una iniciativa del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE), buscan reconocer las contribuciones de mujeres y hombres jóvenes que están implementando innovaciones en los sistemas agroalimentarios basados en maíz de América Latina. Esta es la tercera entrega de los premios, después de la entrega en Asia en octubre de 2018 y la entrega en África en mayo de 2019. La ceremonia de entrega de los premios tuvo lugar en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia, el 9 de octubre de 2019.
P: ¿Cual fue tu inspiración para dedicarte a la agricultura?
R: Mi bisabuelo era campesino, el sembraba en un pueblo que se llama Zapotitlán Salinas, en el estado de Puebla, México, que es un pueblo semiárido. Recuerdo que en los últimos años de su vida su producción se veía afectada de alguna manera y no lograba cosechar nada a diferencia de cuando yo era niño e íbamos al campo a desgranar maíz y comer elotes, en esos tiempos había mayor producción.
Yo siempre he creído que se puede mejorar y pensé que no era justo que mi abuelo —que toda su vida se había dedicado a la agricultura— al final no tuviera la felicidad de cosechar como lo hacía antes.
Varios de mis compañeros de secundaria y yo entramos a la Universidad Autónoma Chapingo, y yo elegí estudiar agroecología con la esperanza de poder ayudarle a mi abuelo a mejorar sus sistemas de producción.
Cuando ya tenía conocimientos en agronomía, visitaba a mi abuelo y le hacía recomendaciones para mejorar su producción. En ocasiones, no las aceptaba porque no le parecían viables, le parecían costosas. Fue por eso que decidí cambiar mi enfoque por uno que ayudara a los agricultores a trabajar con alternativas menos costosas y con las que pudieran obtener algún otro beneficio en el proceso.
P: Háblanos de tu innovación.
R: Mi innovación se debe al trabajo que he desarrollado desde hace un par de años con el Hub Pacifico Sur en México. La innovación consiste en adaptar sistemas de producción de pequeña escala al cambio climático fortaleciendo la fertilidad de los suelos con la diversificación y rotación de cultivos para lograr un incremento sostenible en la producción de maíz a mediano plazo.
En 2016 empezamos a trabajar con maíces nativos en los Valles Centrales de Oaxaca, en donde la mayoría de la agricultura es tradicional, hay bajo uso de insumos y se ha ido perdiendo la fertilidad del suelo, así que a partir del 2017 comenzamos a promover rotaciones con leguminosas a través del establecimiento de vitrinas de cultivos, en las cuales se sembraron franjas de leguminosas y gramíneas y se llevó a cabo un evento demostrativo con productores en la etapa de llenado de grano para que evaluaran el desempeño de cada cultivo. En 2018 buscamos otras alternativas de cultivos que nos ayudaran a aportar fosforo del suelo y probamos soya, girasol y canola.
Hay productores con los que hemos colaborado desde 2016 y han logrado pasar de los 600 kg de maíz criollo blanco raza bolita hasta 4 ton/ha. y 2.5 ton/ha. de maíz amarillo o negro raza bolita. Además de obtener un segundo cultivo como garbanzo, girasol, canola, frijol, calabaza, amaranto, veza, tritricale, trigo y alverja, cada productor hace un manejo diferente.
En Oaxaca, una de las principales producciones es la del maíz blanco, pero los maíces pigmentados tienen antioxidantes como la antocianina. Comenzamos a trabajar con maíces pigmentados para mejorar la alimentación de las familias con las que colaboramos. Sin embargo, no había posibilidad de colocar los excedentes de producción de maíces de colores en el mercado y al buscar compradores nos ofrecían condiciones de compra que no eran atractivas al productor. Posteriormente, nos vinculamos con la Unión de Productores de Traspatio Oaxaqueño SPR de RL que tenía la intención de hacer un modelo de negocio incluyente de pequeños productores de maíces nativos. En 2019, establecieron la primera tortillería de maíces nativos Xúb Maíz en la ciudad de Oaxaca de Juárez. Cinco productores con lo que trabajamos tienen excedentes de producción y comenzaron a venderle a la tortillería su maíces blancos y pigmentados. Eso ha motivado a que más productores se animen a innovar para mejorar de manera sostenible sus rendimientos.
P: ¿Cómo te sientes al haber sido nombrado uno de los ganadores de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina?
R: Me siento muy agradecido con la vida. He reflexionando el hecho de estar aquí en Colombia, en la Reunión Latinoamericana del Maíz y el IV Congreso de Semillas y ser considerado uno de los ganadores de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz – América Latina y sé que soy muy afortunado. Muchas personas con las que estudie la primaria no terminaron una carrera universitaria y los que sí lo hicieron, algunos no tienen la dicha de trabajar haciendo lo que les gusta; yo tengo la posibilidad de trabajar haciendo lo que me gusta con el apoyo de mi familia, amigos y colegas que me han hecho crecer profesionalmente para poder ofrecerle mejores alternativas a los agricultores. Me siento contento de estar aquí y escuchar a científicos con bastantes años de experiencia en la producción de maíz hablar sobre su trabajo en América Latina. Me llevo muchos aprendizajes y ganas de probar lo que se ha presentado a lo largo de estos días.
P: ¿Qué consejo le darías a otros jóvenes interesados en la agricultura?
R: Existe una gran demanda de alimentos y es necesario que los jóvenes se involucren para que sean ellos los científicos, los ingenieros y los productores que a mediano plazo alimenten al mundo.
Por otro lado, me parece importante mencionar que, si se tratan de jóvenes mujeres, deben saber que en México ha habido demasiada migración de hombres, y cada vez son más las mujeres que trabajan el campo. Es necesario que las mujeres participen cada vez más en los sistemas de producción. Las mujeres necesitan empoderarse más para que juntos trabajemos por mejores sistemas e innovaciones que nos ayuden a alcanzar la meta de alimentar al mundo en 2050.