Lucio Reinoso es ingeniero agrónomo con maestría en ciencias agrarias de la Universidad Nacional del Sur, Argentina. Él y su equipo en la Universidad Nacional de Río Negro y en la Estación experimental Valle Inferior del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) desarrollaron una sembradora que permite a los productores sembrar sobre el surco del año anterior y dejando el rastrojo en la superficie, ayudándolos a implementar prácticas de agricultura de conservación y proteger al medio ambiente. Lucio Reinoso recibió recientemente el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la categoría de Investigador por su participación en este trabajo.
Los premios, una iniciativa del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE), buscan reconocer las contribuciones de mujeres y hombres jóvenes que están implementando innovaciones en los sistemas agroalimentarios basados en maíz de América Latina. Esta es la tercera entrega de los premios, después de la entrega en Asia en octubre de 2018 y la entrega en África en mayo de 2019. La ceremonia de entrega de los premios tuvo lugar en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia, el 9 de octubre de 2019.
P: ¿Cual fue tu inspiración para dedicarte a la agricultura?
R: Mi familia es agricultora, siembra trigo y se dedica a la actividad ganadera, eso fue lo que me llevo a perseguir una carrera en agronomía.
Después de graduarme me mudé a Rio Negro en la Patagonia y noté que los sistemas de producción son totalmente distintos a lo que yo conocía, hay que regar durante todo el ciclo, y al poder regar se pueden cultivar varias cosas que en la zona en la que yo estaba no se podía, así que empecé a trabajar el maíz que es el cultivo que se adapta muy bien —en Argentina— a diferentes condiciones.
P: Háblanos sobre tu innovación.
R: En equipo desarrollamos una sembradora que permite sembrar sobre el surco del año anterior. Primero se prepara el suelo, se hace el surco, se riega y una vez que se saca el maíz; se vuelve a sembrar con el rastrojo que quedó, es decir, trabajamos con el sistema de labranza cero.
Esta innovación tiene muchas ventajas: mejora la distribución del agua de riego en la parcela, los tiempos de avance, y la infiltración hacia zonas donde existen raíces y no a profundidades no deseadas donde las plantas no la pueden sacar, por lo que la eficiencia de los parámetros de riego es mayor. Hay ahorro de combustible porque no roturamos el suelo y reducimos las emisiones de carbono del tractor, lo que nos permite tener el suelo cubierto con el rastrojo, el cual disminuye la evaporación directa del suelo, protege de la erosión y mejora la cantidad de macro y mesofauna edáfica (por ejemplo, lombrices). Estas técnicas ayudan a mitigar una parte del cambio climático porque capturamos carbono a través del manejo de rastrojo. A su vez, el rendimiento es similar al alcanzado con labranza convencional y practicamos técnicas que protegen al medio ambiente.
P: ¿Cómo te sientes al haber sido nombrado uno de los ganadores de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina?
R: Ser considerado uno de los jóvenes innovadores ganadores de América Latina que buscan tener impacto —sobre todo en los pequeños productores— es un reconocimiento muy importante y una satisfacción muy grande. Realmente lo aprecio y creo que esto me va a servir para poder trabajar en red con el CIMMYT o con otras instituciones para colaborar en equipo.
Los premios son una ventana para llegar a muchos lados, ya que la sembradora pudo quedarse solamente en la Patagonia y ahora, a través del CIMMYT, puede llevarse a más personas y se puede seguir adaptando a distintos sistemas productivos.
P: ¿Cuáles son tus esperanzas y expectativas a futuro?
R: La producción de maíz en Argentina es principalmente para exportación, en especial de maíz amarillo. Hay una zona productora, la Pampa Húmeda, que concentra este tipo de producción a mayor escala. En las economías regionales, las cuales cuentan con la mayor diversidad de maíces para consumo humano y animal, la producción va a cargo de los pequeños productores.
En la región en la que estoy se están incorporando maíces bajo riego y rotación, y los productores lo están adoptando con semillas hibridas, siembra mecanizada y la sembradora que mi equipo y yo hicimos. Mi expectativa a futuro es seguir capacitándome. Quiero culminar un doctorado relacionado con los sistemas de producción en maíz de alta producción y con modelos de simulación productiva. Creo que hay una limitación varietal y de fertilidad que nos está frenando en la región, específicamente en los valles irrigados del norte de la Patagonia, es por eso que me gustaría poder desarrollar materiales adaptados con alto potencial de rendimiento bajo riego donde las condiciones climáticas, de radiación y temperatura son aptas para obtener un mayor rendimiento.
P: ¿Qué consejo le darías a otros jóvenes interesados en la agricultura?
R: En los próximos años, la agricultura va a ser una “agricultura 4.0” en la que las cuestiones en electrónica y tecnología serán aún más avanzadas. Actualmente, tenemos imágenes satelitales, analizamos el espectro de emisión del cultivo, tenemos modelos de simulación agronómica, entre otras cosas. La agricultura se está tecnificando e incorporar estas tecnologías requiere de profesionales capacitados y si te interesa, puedes prepararte.
Por otro lado, dedicarse a la investigación es también algo muy bueno porque los buenos resultados impactan a los productores.
La comida es la base de toda sociedad y siempre hay trabajo en esta área porque es extensa, en Argentina comemos al menos 4 veces al día y detrás de esos alimentos diarios hay un agrónomo que dirige las tareas que el productor hace, por lo tanto, es importante tener gente formada en el área para poder abastecer la demanda de alimentos que el mundo precisa.