Científicos expertos mexicanos y cooperativas agrícolas han formado una organización sin fines de lucro para apoyar a los pequeños agricultores de maíz criollo que continúan conservando y sembrando semillas de sus propias variedades ancestrales. La asociación civil, conocida como ProMaíz Nativo, tiene la intención de trabajar en proyectos colaborativos para mejorar la vida de las familias que cultivan maíz nativo y milpa. Los miembros del grupo incluyen expertos en maíz, etnobotánicos, socioeconomistas, científicos especializados en alimentación y nutrición, expertos en mercadotecnia, productores de maíz y grupos de productores de maíz reconocidos internacionalmente.
La asociación civil también ha creado una marca colectiva, Milpaiz, la cual puede ser utilizada por los agricultores para demostrar la autenticidad de las variedades del maíz nativo que cultivan y venden. Esta marca certificará que el maíz de un agricultor es originario de su comunidad y se deriva de su selección continua de semillas. También certificará que es cultivado por pequeños agricultores y que están vendiendo solo el excedente de sus cultivos después de alimentar a su propia familia. La marca también hará un esfuerzo para conectar a estos agricultores con un mercado culinario que valora la calidad, la rareza y la historia de su producción.
“México es el centro de origen del maíz y alberga gran parte de su diversidad genética. Esta iniciativa nos permitirá certificar que los productos son verdaderamente maíces criollos cultivados por pequeños agricultores, para que los beneficios lleguen a los pequeños agricultores que nos han proporcionado esta biodiversidad”, dijo Flavio Aragón, investigador de recursos genéticos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
Investigadores como Aragón, miembros de grupos de agricultores y chefs locales asistieron al lanzamiento oficial de ProMaíz Nativo el 14 de junio de 2019, en el World Trade Center en la Ciudad de México, durante la feria de restaurantes ExpoRestaurantes.
Edelmira Linares, etnobotánica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e integrante de la asociación, enfatizó que la marca comercial colectiva Milpaiz cubre todos los cultivos en el sistema de cultivo tradicional de la milpa en México: maíz, frijoles, calabaza, hojas comestibles, amaranto, semillas de calabaza y verduras.
“La marca facilitará la llegada de los ingresos a los agricultores, permitirá a los pequeños agricultores vender sus productos en supermercados y tener presencia legal”, dijo Amanda Gálvez, química de alimentos de la UNAM y presidenta de ProMaíz Nativo.
Crecimiento justo y sostenible del mercado
Muchos pequeños agricultores continúan cultivando las mismas variedades de maíz nativo que sus padres y abuelos plantaron, desarrollaron en sus pueblos y regiones y mejoraron a través de métodos de selección que se remontan a sus antepasados. Estas variedades son apreciadas en comunidades locales por sus sabores, colores, texturas y usos únicos en platillos especiales, además de que han ganado popularidad en la comunidad culinaria mundial. En los últimos años, el maíz nativo o criollo, se ha vuelto extremadamente popular entre los cocineros y consumidores, atrayendo la atención y consumo en todo el mundo. Sin embargo, el aumento de la demanda puede significar una mayor vulnerabilidad para los agricultores.
Muchos expertos en maíz en México estaban preocupados por la mejor manera de apoyar y proteger a los pequeños agricultores que navegan en este aumento de la demanda. Sin pautas y transparencia, es difícil asegurar que los agricultores reciban una compensación justa por su maíz tradicional o que puedan ahorrar lo suficiente para alimentar a sus propias familias.
En un mercado culinario exigente, un símbolo de certificación, como la marca comercial colectiva, podría servir para diferenciar a las familias que durante mucho tiempo han resguardado estas variedades nativas de los agricultores comerciales más grandes que las adquieren. Sin embargo, no había un espacio preexistente para que estas directrices fueran determinadas y desarrolladas.
“Hay una profunda experiencia en maíz en México, pero todos estos expertos trabajan en diferentes instituciones, lo que hace que sea más difícil para todos colaborar en un proyecto como este”, dijo Martha Willcox, coordinadora de mejoramiento de maíz criollo en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
“La formación de esta asociación civil es verdaderamente novedosa en la historia del maíz nativo en México, y su fuerza proviene de la experiencia de sus miembros, formada completamente por cooperativas agrícolas y científicos mexicanos”, explicó Willcox.
Martha Willcox inició y facilitó la formación de este grupo de científicos y continúa trabajando estrechamente con ellos como asesora. “Esta asociación ayudará a proporcionar un espacio y una red donde estos expertos puedan trabajar juntos y hablar con una sola voz para apoyar al maíz y a sus productores”.
El CIMMYT no tiene un puesto en la asociación, pero ha desempeñado un papel clave al facilitar y proporcionar fondos para cubrir la logística y las tarifas relacionadas con la formación de la organización, a través del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE). La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) también ha participado en la logística y ha facilitado la formación de la organización.