En la zona comunal de Chiweshe localizada a dos horas al norte de Harare, capital de Zimbabue, Ashley Muzhange de 18 meses de edad come sadza hecho de maíz naranja con vitamina A. El sadza, un atole espeso hecho de granos de maíz finamente molidos que se sirve con vegetales hervidos, es el alimento básico de las familias rurales de ese país.
El sadza que Ashley está comiendo está hecho de maíz biofortificado que fue mejorado de manera convencional por científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) como parte de la labor que HarvestPlus realiza para aumentar la cantidad de vitamina A que el maíz contiene.
Debido a que en Zimbabue el nivel de malnutrición en niños sobrepasa el umbral internacional que provoca una respuesta de emergencia, el nutritivo maíz naranja con vitamina A está ganado terreno en el mercado nacional.
Una reciente sequía prolongada aumentó la malnutrición a niveles que no se habían registrado en más de 15 años, y más de 33,000 niños necesitaron tratamiento de emergencia por malnutrición aguda y severa, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, siglas en inglés). Muchos niños padecen deficiencia de micronutrientes porque su dieta no les provee las vitaminas y minerales que requieren para crecer y desarrollarse.
Según la Organización Mundial de la Salud, 35.8% de los niños en edad pre-escolar padecen deficiencia de vitamina A, que es la principal causa de ceguera en niños; además afecta el sistema inmunológico e incrementa el riesgo de morir por enfermedades como sarampión, diarrea e infecciones respiratorias.
La biofortificación aumenta la densidad de las vitaminas y minerales que los cultivos contienen mediante el fitomejoramiento convencional o prácticas agronómicas. Cuando se consumen con regularidad, los cultivos biofortificados generan mejorías mensurables en la salud y la nutrición. La biofortificación da como resultado cultivos ricos en nutrientes que tienen características agronómicas que los agricultores aprecian, como la resistencia a la sequía y a enfermedades. Se considera que es una forma sustentable proveer micronutrientes a poblaciones que tienen acceso limitado a una dieta diversa.
Aunque la bebé Ashley no sabe que el sadza no solo llena su estómago sino que también le proporciona una dosis de vitamina A, su familia sí está consciente de este beneficio.
“El maíz naranja garantiza que mi hija recibe una comida nutritiva, lo que significa que no tenemos que depender de los suplementos que el gobierno proporciona”, dice Lilian Muzhange, su madre.
Naranja: el color de la salud
Las familias agrícolas empezaron a ensayar el maíz naranja biofortificado con vitamina A en 2015 y ahora lo cultivan en vez del maíz blanco tradicional. El maíz biofortificado contiene altos niveles de betacaroteno, precursor de la vitamina A que produce el color naranja y que, una vez digerido, se convierte en el micronutriente y actúa como un antioxidante que protege las células.
“Ahora nuestra familia prefiere el nuevo maíz naranja con vitamina A al maíz blanco, ya que proporciona grandes beneficios para la salud de mis hijos y mi nieta y además sabe delicioso. El sadza de veras es mejor”, dice Musonza Musiiwa, abuelo de Ashley. “También me gusta que la variedad sea tolerante a la sequía, ya que el maíz que sembré produjo un buen rendimiento a pesar de la sequía que hubo en enero”.
Las dietas rurales contienen lo que las familias agrícolas pueden cultivar, es decir, principalmente maíz, dice Thokozile Ndhlela, mejorador de maíz del CIMMYT. Según el Consejo de Alimentos y Nutrición de Zimbabue, la mayoría de las familias rurales no tienen una dieta mínimamente diversa y dependen de una dieta basada en cereales que rara vez incluye carne.
“El maíz blanco que tradicionalmente se utiliza para preparar el sadza básico contiene principalmente fécula y tiene un valor nutritivo muy bajo”, comenta Ndhlela, que lidera la labor de biofortificación del CIMMYT en Zimbabue. “La biofortificación garantiza que, ciclo tras ciclo, los consumidores tendrán acceso a alimentos nutritivos, ya que los agricultores seguirán cultivando el maíz naranja”
Musiiwa no solo reconoce los beneficios para la salud y agronómicos del maíz naranja con vitamina A, sino que ha encontrado que brinda oportunidades económicas. Este agricultor está planeando incrementar la cantidad de maíz naranja que cultiva a fin de aprovechar su demanda en el mercado, pues piensa que ésta aumentará.
Introducir maíz con vitamina A en los campos de agricultores y en las comidas
Para que el nuevo maíz biofortificado se convierta en parte del sistema alimentario, tiene que ser comercializado mediante la creación de una cadena de valor completa, dice Sakile Kudita, investigadora de la creación de demanda de HarvestPlus, un programa que mejora la nutrición y la salud pública mediante el desarrollo y promoción de cultivos alimentarios biofortificados.
“El maíz naranja con vitamina A tiene que ser un producto que los molinos acepten y que se utilice para hacer alimentos procesados. Así las empresas semilleras tendrán un incentivo para seguir produciendo su semilla y los agricultores tendrán el incentivo de cultivarlo no solo para el consumo, sino también para vender y generar ingresos”, dice.
Según Kudita, los esfuerzos que han hecho HarvestPlus y el CIMMYT por lograr que el gobierno, las empresas semilleras y procesadoras de alimentos participen en días de campo donde se enteran de los beneficios nutricionales y agronómicos del maíz naranja y lo prueban, han sido todo un éxito. Cuatro variedades biofortificadas han sido comercializadas desde 2015, gracias a la colaboración del gobierno.
Prime Seed Co, una subsidiaria de la empresa semillera regional certificada Seed Co, fue la primera empresa que fue comisionada por el gobierno para comercializar el maíz naranja con vitamina A en Zimbabue, y ahora vende la variedad que Musiiwa siembra en su parcela.
“Mediante nuestra asociación con el CIMMYT y HarvestPlus, estamos desarrollando un mercado para el maíz naranja con vitamina A en Zimbabue”, dice Masimba Kanyepi, gerente de ventas de la Prime Seed Co. “Nuestras ventas han mejorado desde que lanzamos la primera variedad y esperamos que sigan aumentando”.
Kanyepi confía en que el mercado crecerá como resultado de un nuevo reglamento del gobierno que requiere que todos los productos procesados de maíz contengan micronutrientes adicionales, incluida la vitamina A, gracias a la biofortificación.
“Agregar vitamina A al maíz durante la etapa de procesamiento resulta caro para las empresas alimentarias debido al costo de importar la vitamina del extranjero”, dice Kanyepi. “Por eso tiene sentido comprar, al mismo precio de la variedad blanca, maíz naranja que ha sido biofortificado con vitamina A y que los agricultores locales producen”.
Las empresas productoras de alimentos observan que Cairns Foods, una fábrica de Zimbabue, está ahorrando dinero, lo cual confirma que está tomando medidas para incluir el maíz biofortificado en sus cereales, y frijoles biofortificados en sus productos envasados.
En vista de que los procesadores de alimentos y los molinos están comprando maíz naranja con vitamina A, familias agricultoras como la de Musiiwa están sembrando más para mejorar no solo su salud, sino también sus ingresos, dice Kudita.
Mejoramiento para un futuro con mejor nutrición
Se han realizado estudios de nutrición que revelan que la eficacia con la que el maíz naranja biofortificado mejora las reservas corporales totales de vitamina A es igual que la de los suplementos y que, además, mejora de manera significativa la vista de los niños que tienen una deficiencia marginal.
En vista de que el maíz es el alimento básico preferido en África subsahariana donde, según la Organización Mundial de la Salud, casi la mitad de todos los niños entre 6 y 59 meses de edad padecen deficiencia de vitamina A, la biofortificación es una solución sustentable para mejorar la salud en la región, señala Ndhlela, del CIMMYT. Casi 50 variedades de maíz biofortificado han sido liberadas en los mercados de todo el continente africano.
La diversidad que se encuentra en las especies de maíz es la clave para mejorar la nutrición. Debido a que crecen en distintos medios ambientes, las plantas han desarrollado una amplia gama de características valiosas, incluidas las propiedades nutricionales.
Después de analizar miles de muestras tomadas del Banco de Germoplasma de Maíz del CIMMYT, los investigadores descubrieron razas criollas y variedades nativas de maíz provenientes de América Central y del Sur que contienen mayores niveles de betacaroteno, explica Ndhlela. Esas razas fueron incluidas en programas de mejoramiento africanos que las cruzaron con las variedades locales para asegurar que fueran apropiadas para el clima subtropical y tolerantes a factores adversos, tanto bióticos como abióticos.
Ndhlela trabaja junto con el programa nacional de mejoramiento de Zimbabue y continuamente monitorea, mejora y combina docenas de características, incluyendo la eficiencia en el uso de nitrógeno y la tolerancia a la sequía, y las introduce en variedades nuevas que satisfacen las preferencias de los agricultores.
Las variedades biofortificadas más recientes contienen cerca de 39% más vitamina A que las primeras, comenta.
“El apoyo que el CIMMYT nos ha brindado al darnos acceso libre al germoplasma de maíz y a su experiencia en el fitomejoramiento, nos ha permitido seguir desarrollando este maíz”, dice Prince Matova, mejorador de maíz del Ministerio de Agricultura de Zimbabue. “Esperamos poder liberar dos variedades más en los próximos años”.
En última instancia, la agricultura es un negocio, por lo cual los agricultores valoran las variedades que se adaptan a las condiciones adversas y rinden mucho. En la actualidad, los mejoradores están ensayando nuevas variedades de maíz con vitamina A con el fin de identificar aquéllas que tienen el potencial de rendir tanto como las variedades blancas tradicionales, y ya han comenzado a recibir realimentación positiva de parte de los agricultores.
El mejoramiento de maíz biofortificado con vitamina A que el CIMMYT lleva a cabo cuenta con el apoyo de HarvestPlus. HarvestPlus mejora la nutrición y la salud pública al desarrollar y promover cultivos alimentarios biofortificados que son ricos en vitaminas y minerales, y es el líder mundial en el campo de la biofortificación y la tecnología. HarvestPlus forma parte del Programa de Investigación del CGIAR sobre la Agricultura para la Nutrición y la Salud (A4NH). El CGIAR es una asociación mundial de investigación agrícola que trabaja para lograr un futuro con seguridad alimentaria. Sus actividades científicas son realizadas por los 15 centros de investigación que lo conforman, en colaboración con cientos de organizaciones asociadas. El programa HarvestPlus es coordinado por dos de esos centros, el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y el Instituto Internacional de Investigación de Políticas Alimentarias (IFPRI).
Los principales donadores de HarvestPlus son el gobierno del Reino Unido; la Fundación Bill y Melinda Gates; la iniciativa Feed the Future del gobierno de Estados Unidos; la Comisión Europea; y los donadores del Programa de Investigación del CGIAR sobre la Agricultura para la Nutrición y la Salud. HarvestPlus también es apoyado por la Fundación John D. y Catherine T. MacArthur.