Se oye el estruendoso ruido de una máquina cuando Gift Chawara, un jóven de 28 años de la zona rural de Zimbabue, retira con cuidado de su desgranadora mecanizada, una bolsa llena de granos de maíz. Cuando se le agregan mazorcas de maíz secas, la desgranadora separa el grano de los olotes antes de aventar los granos hacia afuera por un lado para que caigan dentro de una bolsa. Chawara rápidamente reemplaza la bolsa llena y pone una vacía para recibir los granos que siguen saliendo.
Son las once de la mañana y el sol brilla fuertemente sobre la pequeña finca. Chawara y sus amigos solo han trabajado unas pocas horas y ya han desgranado 7 toneladas para Loveness Karimuno, su vecina y cliente, y todavía quedan 13 toneladas por desgranar.
Karimuno, una agricultora viuda, observa como alinean las bolsas, listas para llevarlas al mercado. Antes tardaba dos o tres semanas en desgranar su cosecha de maíz a mano, aun con la ayuda de personas que contrataba. Al realizar esta pesada tarea, tenía que frotar cada mazorca contra una superficie áspera para quitar los granos de las mazorcas. Ahora estos jóvenes harán lo mismo en unas pocas horas con su desgranadora mecanizada y cobrarán un pequeño cargo.
“Cuando mi vecino me dijo que estos jóvenes desgranaban cantidades pequeñas de maíz a un precio razonable, me puse en contacto con ellos”, dice Karimuno. “Eso es más barato que contratar a gente para que me ayude a hacerlo manualmente, y como lo hacen con rapidez, puedo vender el grano más rápido”.
Este grupo de jóvenes empresarios sirve a casi 150 fincas familiares cerca del pueblo de Mwanga, localizado dos horas al noroeste de Harare, la capital. Ofrecen servicios como el desgrane y la siembra utilizando máquinas especiales. Desde que Chawara y sus socios establecieron su empresa hace tres años, se ha difundido la noticia de su existencia y ahora apenas logran satisfacer la gran demanda de sus servicios, dijo.
Antes solo los grandes agricultores que podían pagar el alto precio de los servicios agrícolas mecanizados los contrataban, pero ahora cada vez más, las máquinas de tamaño pequeño y mediano son opciones accesibles para los agricultores familiares, gracias a los proveedores de servicios, explica Frédéric Baudron, agrónomo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Estos cinco jóvenes están entre el número cada vez mayor de muchachos en África oriental y meridional que se ganan bien la vida como empresarios que proporcionan servicios de mecanización agrícola, dijo Baudron.
Cansados de la falta de trabajo bien remunerado en su comunidad rural, estos jóvenes aprovecharon la oportunidad de participar en un curso de capacitación sobre la mecanización agrícola ofrecido por el CIMMYT. Se enteraron del curso por medio de extensionistas locales.
“Lo más probable es que ahora no tendríamos trabajo si no hubiéramos aprovechado la oportunidad de aprender cómo utilizar la mecanización agrícola para ayudar a los pequeños agricultores y adquirir los conocimientos necesarios para manejar nuestro propio negocio y proporcionar esos servicios”, dijo Chawara mientras descansaba brevemente del desgrane bajo un árbol.
“Esto realmente ha cambiado nuestras vidas. El ciclo pasado desgranamos más de 300 toneladas de maíz y ganamos poco menos de US $7,000”, relata. “Esto nos ha ayudado a mantener a nuestras familias e invertir en nuestra empresa”.
La mecanización como medio de salir de la pobreza
En África subsahariana, los jóvenes padecen un alto nivel de desempleo y pobreza. Se piensa que el sector agrícola podría absorber gran parte del creciente nivel de desempleo, particularmente cuando se le combina con la actividad empresarial. Según Baudron, la mecanización es una de las formas en que los jóvenes podrían superarse.
Mediante el proyecto “Mecanización agrícola y agricultura de conservación para la intensificación sustentable” (FACASI, siglas en inglés) financiado por el Centro Australiano para la Investigación Agrícola Internacional (ACIAR), el CIMMYT está ofreciendo cursos de capacitación para promover la mecanización en Etiopía, Kenia, Tanzania y Zimbabue. Esta capacitación trasmite a los empresarios conocimientos y destrezas esenciales que han sido ajustados para poder utilizarlos en ambientes rurales, a fin de que proporcionen a los agricultores servicios de mecanización apropiados que les permitan intensificar su producción de manera sustentable.
Chawara y sus socios participaron en uno de esos cursos, celebrado en un colegio técnico y agrícola en las afueras de Harare. Durante una semana, participaron en cursos prácticos impartidos por expertos en el comercio y la agricultura local.
Chawara y sus socios participaron en uno de esos cursos, celebrado en un colegio técnico y agrícola en las afueras de Harare. Durante una semana, participaron en cursos prácticos impartidos por expertos en el comercio y la agricultura locales.
Como parte del proyecto de investigación del CIMMYT, este grupo de jóvenes pagó una comisión de compromiso y se les prestó una sembradora y una desgranadora para que pudieran establecer su propio negocio; ahora están pagando esa deuda con las utilidades que ganan.
Los jóvenes tienden a manejar bien las tecnologías modernas y a proporcionar servicios con éxito, dice Baudron, líder del proyecto FACASI.
“En todos los países donde trabajamos, hemos encontrado que ser un buen proveedor de servicios está altamente relacionado con ser joven”, explica. “Sin embargo, hay otros factores que también son importantes, como por ejemplo, ser un empresario, tener una buena educación, poder contribuir a cubrir el costo de la maquinaria y tener experiencia en otros negocios similares, sobre todo, la mecánica”.
La mentoría y el apoyo, claves del éxito
Los jóvenes operan como una máquina bien aceitada. Shepard Kawiz, de 24 años, coloca las mazorcas de maíz secas en una cubeta y las pasa a su hermano Pinnot Karwizi, de 26 años, que las pone en la tolva de la máquina desgranadora. El maíz cae dentro del barril de la desgranadora, el cual rota a alta velocidad para separar el grano del olote. Cuando los olotes salen por un lado, Masimba Mawire, de 30 años, los captura y los desecha. Al mismo tiempo, Gift Chawara se asegura de que haya una bolsa atada firmemente a la máquina para recolectar los granos de maíz.
Los ensayos han mostrado que cuando los jóvenes forman un grupo y se les capacita, es más probable que tengan éxito como proveedores de servicios, explica Dorcas Matangi, especialista en el desarrollo de agronegocios del CIMMYT.
“El grupo funciona porque comparten los costos y la carga de trabajo, y es más probable que los prestamistas les faciliten capital para invertir”, explica.
Durante todo el ciclo, Matangi colabora con los extensionistas gubernamentales locales y con ingenieros de la Universidad de Zimbabue que guían a los jóvenes que apenas empiezan. Asimismo, organizan sesiones donde los proveedores de servicios se reúnen para analizar los retos y las oportunidades.
“Esas reuniones son una buena oportunidad para resolver cualquier problema con las máquinas, y conectarse con los mecánicos y proveedores de piezas de repuesto; además, nos dan realimentación que permite mejorar el diseño de las máquinas”, agrega.
La mecanización promueve sistemas agrícolas resilientes
El CIMMYT ha generado un modelo que, mediante los proveedores de servicios, promueve el uso de la mecanización agrícola entre los pequeños productores, afirma Misheck Chingozha, funcionario de mecanización del Ministerio de Agricultura de Zimbabue.
“Las máquinas agrícolas ayudan a los productores a implementar prácticas agronómicas sustentables que funcionan mejor cuando hay más mecanización y mayor precisión”, dijo. “Esto va de acuerdo con la estrategia del gobierno de promover la agricultura de conservación, la cual incluye movimiento mínimo del suelo, retención de los residuos de cultivos y diversificación mediante la rotación e intercalado de cultivos”.
El CIMMYT promueve la mecanización a pequeña escala, como las tecnologías que utilizan tractores de dos ruedas, incluyendo las sembradoras directas que reducen la carga de trabajo y permiten una mejor asignación de recursos cuando se utilizan esas prácticas, explica Baudron, agrónomo del CIMMYT.
La agricultura de conservación es una práctica de intensificación sustentable que ayuda a producir más alimentos, mejorar la nutrición y los medios de vida, e incrementar los ingresos rurales sin aumentar insumos como la tierra y el agua, reduciendo así los impactos ambientales.
Estudiantes desarrollan maquinaria de la próxima generación
Como parte del trabajo para obtener su título, estudiantes de la Universidad de Zimbabue colaboran con el CIMMYT a fin de mejorar continuamente la efectividad y eficiencia de la maquinaria agrícola.
Con el fin de mejorar la asignación de recursos, el estudiante de ingeniería agrícola Ronald Mhlanga, de 24 años, está trabajando en un prototipo que utiliza sensores para monitorear la cantidad de semilla y fertilizante que distribuyen las sembradoras haladas por tractores de dos ruedas. El aparato que está desarrollando informa al chofer si algo no funciona bien, lo cual ayuda a los productores a mejorar la precisión y ahorrar recursos.
“Las sembradoras con frecuencia se tapan con lodo y esto impide que salga la semilla. Cuando eso sucede, los sensores lo captan y mandan una señal al chofer”, explica Mhlanga. “Esto permite al chofer concentrarse en conducir y reduce el desperdicio de recursos”.
En conclusión, Baudron dijo que con base en la realimentación de los agricultores y en colaboración con ingenieros y el sector privado, el CIMMYT está generando mecanización agrícola que se ajusta a las necesidades y condiciones de las fincas en África subsahariana.