Abriendo caminos es una serie regular que destaca las actividades del personal del CIMMYT
EL BATÁN, México (CIMMYT) – En Pakistán, el maíz es el cereal más importante que se cultiva después del trigo y el arroz, y ocupa el primer lugar en productividad entre todos los cereales. Sin embargo, Pakistán importa casi 90% de la semilla de híbridos que utiliza para producir maíz, y que cuesta al país 60 millones de dólares anuales. Además, la diversidad genética de las variedades de maíz que existen actualmente no es lo suficientemente diversa para adaptarla que esas variedades se adapten a las variadas ecologías de Pakistán.
Para solucionar estos problemas, AbduRahman Beshir, especialista en mejoramiento y sistemas de semilla de maíz del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), y su equipo, que trabajan en el Programa de Innovación Agrícola (AIP) en Pakistán (AIP) patrocinado por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), están generando maíz biofortificado, tolerante a factores adversos y resiliente al clima para mejorar el sector de la semilla de maíz.
“Pakistán puede ser considerado como unala nueva frontera de para los impactos del maíz del CIMMYT”, afirma Beshir. “Salvo por unas cuantas actividades relacionadas con el maíz a principios de la década de 1980, no ha habido actividades coordinadas de investigación en los últimos 32 años. Me da gusto revitalizar e infundir nuevos bríos en el al sector del maíz de Pakistán.”.
Existen reportes que indican que casi 50% de los niños de menos de cinco años están desmalnutridos, señala Beshir, y añade que en Pakistán predomina la deficiencia de proteínas, vitamina A y otros micronutrientes, y que la tasa de mortalidad es una de las más altas en el sur de Asia.
El trabajo de Beshir está dirigido a estos grupos no privilegiados y en el futuro cercano espera que los beneficios de la nutrición mejoren de manera significativa.
Durante su vida, Beshir ha visto lo difícil que es para los agricultores de pequeña escala satisfacer sus necesidades básicas, ya que tienen que batallar para obtener precios justos por sus productos en el mercado, en parte debido a los intermediarios y la falta de información en el mercado.”
Beshir se crió en Etiopía, país donde la agricultura es el principal sostén de la economía, pues genera el 80% de los empleos, según el UNDP. El sustento y los ingresos de los abuelos de Beshir y de la mayoría de sus familiares dependía de la agricultura, pero sus papás se dedican al negocio de vender productos agrícolas y alimentarios.
“Me crié observando las habilidades empresariales y los esfuerzos de mis padres, pero ellos querían que sus hijos estudiaran una carrera en ciencias”, recuerda Beshir, y explica cómo sus papás lo alentaban a ir a la universidad. “Mi papá me llamaba ‘doctor’ cuando estaba en cuarto grado como una manera de inspirarme para que siguiera estudiando”.
Estudiar una licenciatura en agricultura y ciencias de las plantas fue una experiencia que le cambió la vida a Beshir, y le sirvió para darse cuenta de la enorme necesidad de formar profesionales de la agricultura para transformar el modo de vida de los agricultores rurales.
“Desde entonces surgió en mí el interés por averiguar cómo aumentar las ganancias de los agricultores rurales mediante la promoción de tecnologías e intervenciones bien definidas”.
Beshir obtuvo su doctorado en fitotecnia de la Universidad del Estado Libre, Bloemfontein, Sudáfrica, y recibió una medalla de oro por su proyecto de investigación que puso de relieve la gravedad de la malnutrición en zonas de África subsahariana y la manera en que el maíz con calidad proteica podría ayudar a resolver ese problema.
Antes de unirse al CIMMYT en 2013, Beshir fue colaborador nacional en Etiopía de un proyecto coordinado por el CIMMYT para generar maíz con calidad proteica y maíz tolerante a la sequía para África.
“Durante mi participación en estos proyectos me di cuenta de que las intervenciones orientadas a lograr impactos del CIMMYT cambian la vida de los agricultores y han iniciado una revolución del maíz en mi país, en colaboración con instituciones locales”, recalca.
Su actual trabajo en Pakistán incluye extensos ensayos de distintos materiales de maíz proporcionados por los programas de mejoramiento del CIMMYT en Colombia, México, Zimbabwe y el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA). Desde 2014, se han ensayado más de 2,200 entradas de maíz gracias al proyecto.
Las muestras que se ensayan son de maíz biofortificado y de variedades que toleran importantes factores adversos bióticos y abióticos, y que han sido evaluadas en más de 300 diferentes sitios en Pakistán. Este tipo de ensayos a gran escala es algo sin precedente en la historia del maíz en Pakistán.
Como resultado de las actividades coordinadas por Beshir, 49 productos de maíz (híbridos y VPL) han sido asignados a los colaboradores en menos de tres años, proceso que pudo haber tardado de ocho a diez años en generar un solo producto. La asignación de estos nuevos materiales de maíz también ha permitido a los colaboradores acceder a las líneas progenitoras y semilla del mejorador del CIMMYT, lo cual les permitirá seguir con sus negocios de semilla incluso después de que el proyecto llegue a su fin.
“Nuestra intervención es el primer programa en Pakistán que introduce e identifica maíz biofortificado, que incluye maíz con provitamina A, maíz con calidad proteica e híbridos y variedades de polinización libre enriquecidas con zinc y adaptadas a Pakistán”, aclara Beshir y añade que gracias también a esta investigación, se inauguró el primer centro de crianza masiva de barrenadores del tallo de maíz en Pakistán. El centro ayudará a los programas nacionales a generar germoplasma de maíz tolerante a los ataques de esta plaga.
“La semilla de híbridos importada es demasiado cara para millones de pequeños productores de maíz, pero nuestra investigación permitirá a las compañías locales ofrecer opciones que los agricultores pueden pagar”, concluye.