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Cerrar el círculo: Kanwarpal Dhugga trabaja en el CIMMYT

En el CIMMYT, Dhugga coordina el trabajo orientado a aplicar una tecnología reciente comúnmente llamada “edición genética”.

kanwarpalAbriendo caminos es una serie regular dedicada a resaltar las actividades del personal del CIMMYT

EL BATÁN, México (CIMMYT)―Kanwarpal Dhugga se crió en una pequeña finca en el estado de Punjab, al noroeste de la India, y era muy pequeño cuando las primeras variedades de trigo de la Revolución Verde llegaron a su comunidad. Ahora trabaja en México como científico principal y jefe de biotecnología para el desarrollo agrícola en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), y ha visto grandes cambios en la comunidad donde creció.

“La vida era difícil para las familias que vivían ahí, de temporada en temporada, sin tener más ingresos que los necesarios para cubrir sus gastos”, recuerda Dhugga, y reflexiona sobre el periodo en la década de los sesenta, antes de que las nuevas variedades de trigo resistentes a enfermedades empezaran a incrementar el potencial de la agricultura en el continente asiático. “Los agricultores acostumbraban sembrar una mezcla de trigo y garbanzo. Si había buenas lluvias, obteníamos buenos rendimientos de trigo; si había sequía, por lo menos cosechábamos garbanzos.”

La época en que los agricultores empezaron a sembrar las variedades de trigo nuevas de alto rendimiento generadas por el Dr. Norman Borlaug, Premio Nobel de la Paz, que fue jefe del programa de trigo del CIMMYT en México, coincidió con la introducción de la energía eléctrica en la zona de Dhugga. La electricidad permitió bombear agua subterránea para regar, e hizo la agricultura más predecible. En unos cuantos años, todos los agricultores sembraban las nuevas variedades de trigo semienanas y los rendimientos aumentaron considerablemente.

La comunidad era pobre y no había muchos recursos para la educación. Dhugga recuerda que, cuando iba a la primaria en India, se sentaba en el suelo y que cargaba sus libros en una mochila, junto con un pedazo de tela de yute sobre la que se sentaba. Pese a los problemas, con el tiempo, gracias a su perseverancia y determinación, obtuvo una maestría en fitotecnia en la Universidad Agrícola de Punjab, después un doctorado en botánica y fitogenética en la Universidad de California, Riverside, y, por último, un posdoctorado en la Universidad de Stanford, donde trabajó directamente con Peter Ray, reconocido biólogo y ahora profesor emérito de la Universidad de Stanford.

“Comencé con la genética y terminé en la bioquímica”, explica Dhugga. “Se despertó en mí un gran interés por la ciencia y me obsesioné tanto que no podía vivir sin ella, después de que cuando era muy joven no tenía la menor idea de lo que quería hacer en la vida. Mi plan de vida se restringía a solo el año siguiente”.

Desde 1996 hasta 2014, Dhugga trabajó en la empresa semillera multinacional DuPont-Pioneer, donde, como parte de su trabajo, coordinó la investigación sobre la expresión de polímeros industriales de alto valor en el grano de maíz y de soya, creó herramientas de selección en campo para fortalecer el tallo del maíz híbrido y mejoró su eficiencia en el uso del nitrógeno. Además, creó un modelo que combina marcadores genéticos x metabolitos para predecir el rendimiento del maíz, y demostró que ese modelo combinado era más eficaz que los marcadores genéticos por sí solos.

“Yo creaba y proporcionaba herramientas de fitogenética avanzada para una compañía que distribuye semilla de maíz de alta calidad en todo el mundo, pero sentía que faltaba algo —el componente social”, explica Dhugga.

Trabajar en el CIMMYT, cuya misión es ayudar a mejorar la seguridad alimentaria de los pequeños productores de bajos recursos del mundo en desarrollo, satisfizo esa inquietud, relata. “Siento que he cerrado un círculo, dado el lugar del que provengo y el papel del CIMMYT en mejorar la seguridad alimentaria y los ingresos de los agricultores.”

En el CIMMYT, Dhugga coordina el trabajo orientado a aplicar una tecnología reciente comúnmente llamada “edición genética”. Conocida como sistema CRISPR-Cas9, esa tecnología permite a los investigadores mejorar o suprimir la expresión de genes “nativos” y modificar de una manera más sencilla que con otros métodos, incluidos los transgénicos, las propiedades de las proteínas transferidas en cultivos como el maíz y el trigo.

“Desactivar un gen y de ese modo descubrir qué hace, antes era una enorme tarea que tardaba años, e incluso a veces uno no encontraba las características que buscaba”, explica Dhugga. “Con la nueva tecnología es posible encontrar lo que uno busca en mucho menos tiempo. Ese es el principal objetivo de mi trabajo en este momento”.

El CIMMYT colabora con DuPont-Pioneer para hacer mapeado fino, aislar y validar un gen de resistencia a la necrosis letal del maíz, que apareció en África subsahariana en 2011 y ha causado grandes pérdidas a los cultivos de maíz, lo cual ha reducido la seguridad alimentaria y la capacidad de los pequeños productores de obtener el sustento de sus familias.

“Ya sabemos que hay un locus que confiere altos niveles de resistencia contra los virus que se combinan para causar esa enfermedad”, recalca el científico. “Una vez que identifiquemos el gen específico, podremos editarlo directamente en las líneas de maíz elite que se utilizan para producir híbridos en África, eliminando así la necesidad de hacer cruzas costosas durante generaciones para obtener líneas uniformes que poseen ese gen”.

Dhugga siente un profundo respeto por los sistemas vivos y cree que su trabajo no consiste en inventar métodos nuevos, sino en aprovechar lo mejor del potencial de la naturaleza.

“La biología en que se basan estos procesos ya existe en la naturaleza; solo tenemos que descubrirla y aplicarla en beneficio de los agricultores y garantizar así la seguridad alimentaria”, concluye.

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