En el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) nos interesa mucho la preservación de uno de los recursos más preciados del planeta: los suelos. La humanidad depende de los suelos para producir sus alimentos, y también para recibir una variedad de servicios del ecosistema, ya que el suelo es el sustrato vital de los ecosistemas terrestres, sean naturales o agrícolas.
El crecimiento de la población y la demanda de alimentos que ese crecimiento conlleva están poniendo una enorme presión en los suelos y con demasiada frecuencia se utilizan prácticas no sustentables que ponen en riesgo su productividad a largo plazo. Cuando se cultivan tierras nuevas para satisfacer la creciente demanda de alimentos, esto suele ocurrir en suelos muy frágiles y/o a costa de los hábitats naturales. Esta solución a corto plazo pone en riesgo los medios de vida de las personas en el futuro y, por tanto, no debe continuar.
Durante varias décadas, la agricultura de conservación (AC) ha sido el tema principal de investigación de los agrónomos del CIMMYT. La AC, como nosotros la definimos, se basa en tres principios: 1) labranza reducida o cero; 2) cubierta permanente del suelo; y 3) rotación de cultivos. Las pruebas empíricas demuestran los grandes beneficios que produce la AC en materia de la conservación/reclamación y salud del suelo.
Se ha trabajado y se han generado conocimientos en agroecologías y ámbitos socioeconómicos muy diversos en las regiones donde el CIMMYT opera (América Latina, sureste de Asia y África oriental y austral). Dado que mucha gente utiliza el término AC de manera no científica, yo a veces la llamo agricultura de innovación. He visto muchos campos en todo el mundo donde nuestros científicos trabajan hombro con hombro con los agricultores en la intensificación sustentable con un enfoque en los componentes de la AC.
Una “prueba de conceptos” agronómicos no es suficiente y no podemos depender solamente de los resultados obtenidos en el campo para que se dé la adopción. Es necesario poner las innovaciones técnicas, como la AC, en el contexto de los sistemas agrícolas para entender su adoptabilidad y probable contribución a la conservación del suelo, la productividad y la adaptación al cambio climático. Una de las grandes restricciones que impiden que muchos productores de pequeña escala adopten la AC es mantener una cubierta permanente de residuos en la superficie del suelo (la cero labranza sin una cubierta apropiada es más perjudicial que benéfica en cuanto a la erosión del suelo).
Los residuos del cultivo suelen utilizarse para alimentar al ganado, pero si se dejan en el campo después de la cosecha son esenciales para mantener las propiedades y la fertilidad del suelo. Alimentar el suelo o alimentar al ganado suele ser una decisión difícil que los agricultores tienen que tomar. Mediante la investigación de los sistemas agrícolas y los métodos participativos, el CIMMYT y sus colaboradores están trabajando con los agricultores a fin de generar opciones tecnológicas y agronómicas que proporcionen mayor rentabilidad, mayor eficiencia en el uso de los recursos y que, al mismo tiempo, conserven o mejoren la base de su producción: los suelos.
El lema de la Organización de las Naciones Unidas para la celebración del Día Mundial de los Suelos, el 5 de diciembre, es “Los suelos y las legumbres, una simbiosis a favor de la vida”. Este lema va muy bien con el trabajo que hacemos: el CIMMYT realiza investigación de los sistemas de producción de maíz y de trigo y es un firme proponente de la diversificación mediante un mejor uso de leguminosas en rotación o intercaladas.
Los suelos despiertan un gran interés en el ámbito de la mitigación del cambio climático. Son una gran reserva de carbón y pueden almacenar aun más cuando se hace un mejor manejo de la tierra y se aplican mejores prácticas, como lo demuestra la iniciativa 4 per thousand lanzada durante las Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21) 2015 celebrada en París. Sin embargo, esas opciones de mitigación tienen que ser mejor cuantificadas a fin de evaluar su potencial de secuestro y no sobreestimar las opciones y las tecnologías. Los científicos del CIMMYT participaron recientemente en varios estudios sobre ese tema y ayudaron a esclarecer el potencial de secuestrar gases de invernadero mediante innovaciones técnicas como la AC y la labranza reducida.
Aumentar la productividad utilizando variedades mejoradas de maíz y de trigo combinadas con mejores prácticas de manejo no solo es benéfico para el suelo, sino que también evita que se cultiven tierras nuevas al reducir la presión sobre la tierra y preservar los ecosistemas naturales.