Gideon Kruseman es especialista en evaluaciones ex ante y prospectivas del CIMMYT.
Las proyecciones indican que en las siguientes décadas, la población mundial crecerá de más de 7000 millones a más de 9000 millones para 2050. Gran parte de esa población vivirá en zonas urbanas de los países de bajos y medianos ingresos, a menudo en ciudades enormes.
Por ejemplo, se calcula que en la India, el país que tiene la población rural más grande, el porcentaje de la población que es urbana aumentará de 37% en 2011 a 56% para 2050. A nivel mundial, crecerá de 55% en 2011 a 70% en 2050. Aunque existen diferencias entre países y regiones, las tendencias que se proyectan en la India son comparables a las del continente africano, donde se estima que la población urbana aumentará de menos del 40% a cerca del 55%.
Lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos en 2015 por las Naciones Unidas y la comunidad mundial será todo un reto. Los 17 objetivos (además de 169 metas) están dirigidos a resolver problemas relacionados con el cambio climático, el hambre, la educación, la igualdad de género, la salud, el empleo y la justicia, y a que haya paz para todos para el 2030.
En particular, lograr el ODS 2, que aspira a erradicar el hambre, y el ODS 3, dirigido a establecer la buena salud y el bienestar, impone desafíos, incluso si solo nos concentramos en las limitantes climáticas, ambientales y biofísicas. Si además tomamos en cuenta todo lo que la urbanización y el crecimiento económico implican en términos de la dieta y el cambio de hábitos alimentarios, nos encontramos ante una nueva dimensión de complejidad.
Ya sea que los cálculos de los modelos se basen en los actuales patrones y tendencias de consumo, en dietas saludables o en diversos criterios de sostenibilidad ecológica, el maíz y el trigo tendrán un papel importante en la alimentación. Actualmente, estos dos cultivos básicos alimentan a dos tercios de la población mundial y continuarán siendo la principal fuente de energía en la dieta de los seres humanos en todos los escenarios.
Sin embargo, los escenarios del maíz y el trigo no garantizarán que la desnutrición cuantitativa y cualitativa disminuirá, a menos que actuemos ahora frente a las demandas proyectadas a futuro. Las dietas, el cambio en las dietas y sus efectos en la salud y la nutrición tienen interacciones complejas con los impulsores socioeconómicos y ambientales.
En el futuro, las dietas cambiarán inevitablemente, como ha ocurrido en décadas pasadas. Los cultivos básicos que se utilizan para hacer los alimentos que se consumen en zonas urbanas tienen que tener características diferentes de los que se consumen en zonas rurales, donde la cadena entre la producción y el consumo es más corta. La razón de esto es que en las zonas rurales de los países de bajos y medianos ingresos, los granos básicos son molidos y procesados localmente, en tanto que en las zonas urbanas, la gente tiende a comer alimentos procesados o preprocesados industrialmente.
En las zonas urbanas de África y el sur de Asia, los productos derivados del trigo están empezando a remplazar en cierta medida productos básicos tradicionales como el maíz y el arroz. Además, la investigación revela que en los centros urbanos, la gente tiende a consumir alimentos con alto contenido de calorías, lo cual ayuda a evitar la desnutrición cuantitativa relacionada con la ingesta calórica, pero no garantiza una dieta sana. Una alimentación sana requiere el consumo de una amplia variedad de nutrientes que normalmente se encuentran en una diversidad de alimentos. Cuando la gente opta por menos diversidad y más conveniencia, se necesitan alimentos con más nutrientes y más calorías. Una tendencia importante que apunta hacia los alimentos de conveniencia es el aumento del consumo de comida chatarra y comida rápida en los países de bajos y medianos ingresos.
Los alimentos chatarra a base de maíz son componentes importantes de la dieta de la gente que vive en las ciudades. El maíz es también un ingrediente esencial (en forma de almidón y jarabe) en los alimentos de conveniencia que produce la industria alimentaria. Para que el maíz y el trigo satisfagan las demandas nutricionales en las dietas menos diversificadas, será necesario introducir nuevas características en las variedades comparables a las que se están generando mediante el programa de biofortificación de maíz y trigo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Generar variedades más nutritivas lleva tiempo, ya que es necesario agregarles atributos como tolerancia a las condiciones ambientales y el cambio climático, y resistencia a plagas y enfermedades, además de buenas características poscosecha, como calidad de molienda y procesamiento.
Fundamental para llevar a cabo este proceso son los recursos genéticos que permiten combinar estas características, como los que se utilizan en el mejoramiento que se hace en el CIMMYT.
¿Cómo lo hacemos? Miles de millones de semillas cuidadosamente conservadas son guardadas en nuestro banco de germoplasma en beneficio de la humanidad. Se envían sin costo a mejoradores e investigadores de todo el mundo que las utilizan para encontrar soluciones a algunos de los problemas que la humanidad tendrá que resolver en el futuro. Una de estas semillas bien podría ayudar a que tengamos un futuro alimentario seguro.
Aunque las características deseables ocultas en la semilla del banco de germoplasma son valiosas, mantener esta diversidad implica costos. La diversidad es importante para identificar características que permitan que el maíz y el trigo sean más nutritivos que lo que ya son hoy en día y contribuyan a satisfacer las demandas del futuro. Ahora mismo, todos podemos ser parte de ese futuro uniéndonos a la campaña Save a Seed.