Harare, Zimbabwe, 24 de junio de 2016—La práctica de la agricultura no sustentable causa degradación ambiental y hambruna, dos fenómenos que han asolado las civilizaciones a través de los siglos. Innovaciones como el riego o el arado (c. 6000-3000 a.C.) aumentaron la productividad, pero, al paso del tiempo, deterioraron la fertilidad del suelo debido a la erosión y otras formas de degradación.
Ahora nos enfrentamos a retos sin precedente para la seguridad alimentaria. Debemos aumentar la producción de alimentos en 70% para poder alimentar a 9,000 millones de personas para 2050, sin dañar nuestros finitos recursos naturales, a menudo ya deteriorados. Además, los agricultores padecen sequías y escasez de agua con mayor frecuencia, lo cual dificulta cada vez más la producción de cultivos, y eventos climáticos extremos como los de El Niño 2015-2016 ya han causado la pérdida de cultivos a gran escala y disparado los precios del maíz en el sur de África.
Las prácticas de la agricultura de conservación (AC), que se basan en hacer una remoción mínima del suelo, dejar una cubierta permanente de residuos en la superficie del suelo y rotar los cultivos, están ayudando a los pequeños agricultores a combatir los crecientes problemas ambientales y a mantener e impulsar los rendimientos, al mismo tiempo que protegen el medio ambiente y aumentan sus utilidades. Si las prácticas de la AC se combinan con la siembra de variedades que hacen uso eficiente del agua y toleran la sequía, los beneficios son mucho mayores.
“Las prácticas de la CA pueden ser lo que permita a los agricultores alimentar a sus familias o, si no las adoptan, que padezcan hambre”, opina Christian Thierfelder, agrónomo sénior especialista en sistemas de producción del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), respecto al reciente El Niño –el más fuerte que se haya registrado– en el sur de África. A la fecha, aproximadamente 10 millones de personas en el sur de África dependen de la ayuda alimentaria y se estima que serán alrededor de 50 millones los afectados, que quedarán al borde del hambre.
La intensificación sustentable de los sistemas y las prácticas agrícolas como la AC se han convertido en una necesidad para los agricultores de África, donde el cambio climático en combinación con las prácticas agrícolas no sustentables está minando recursos como el suelo y el agua. Esto, aunado al acelerado crecimiento demográfico, hace que sea absolutamente urgente aumentar la productividad y preservar el medio ambiente.
Con base en su experiencia en América Latina, que empezó a principios de los noventa, el CIMMYT dio inicio en 2004 a su primer proyecto de AC en África, en Malawi, Mozambique, Tanzania, Zambia y Zimbabwe. Este primer proyecto, financiado por el gobierno de Alemania y el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, se enfocó en entender los sistemas de la AC en el contexto de los agricultores y sus condiciones ambientales. Su objetivo era facilitar la adopción de sistemas de AC por parte de los productores de pequeña escala. Esto culminó en el establecimiento, en 2009, de un proyecto panafricano a mayor escala denominado Intensificación Sustentable de los Sistemas de Producción de Maíz y Leguminosas para la Seguridad Alimentaria en África Oriental y África Austral (SIMLESA).
Desde entonces, el CIMMYT ha utilizado su amplia red de colaboradores para diseminar la AC. Entre 2010 y 2015, el CIMMYT, con el apoyo de un numeroso grupo de donadores, entre ellos, el Centro Australiano de Investigación Agrícola Internacional, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas, ayudó a más de 173,000 familias campesinas de la región a adoptar las prácticas de intensificación sustentable.
Hoy en día, la investigación sobre la AC del CIMMYT en África se enfoca cada vez más en la adaptación al cambio climático, que está ocasionando lluvias más erráticas, aumento de temperatura y sequías estacionales, en un esfuerzo por aumentar el uso de sistemas de producción resilientes a las variaciones del clima. El trabajo del CIMMYT en la AC en la región ha mostrado que la práctica puede aumentar significativamente la resiliencia de los agricultores a la variabilidad y los cambios del clima. Se ha comprobado que la combinación de las prácticas de la intensificación sustentable con la siembra de variedades mejoradas, puede aumentar la productividad de 30 a 60%, y los ingresos de 40 a 100%, en condiciones de sequía.
A pesar de los buenos resultados de la AC, muchos pequeños productores de los países en desarrollo siguen sin conocer ni entender las prácticas agrícolas sustentables y a menudo vuelven a sus prácticas tradicionales, que requieren laboreo intensivo y dañan el medio ambiente. Por otra parte, es difícil difundir los sistemas de la AC si no existen políticas ni mercados favorables.
Por ejemplo, el fertilizante mineral es un insumo básico, pero su adopción y uso siguen siendo limitados en África subsahariana. Los agricultores aplican menos de 10 kilogramos por hectárea, debido principalmente a las poco eficientes redes de distribución, sobre todo en zonas rurales, y los elevados precios del maíz, que son de tres a cinco veces más altos que en Europa. La falta de conocimientos y de capacitación en el uso del fertilizante mineral y otros insumos hace que éstos no se apliquen con eficacia.
Los nuevos descubrimientos en la agricultura y en el mejoramiento deben adaptarse y transferirse a los pequeños productores. Esto significa que hay que mejorar la distribución de tecnologías, la capacitación, el intercambio de conocimientos e información y el acceso al crédito, y crear ambientes que favorezcan el crecimiento.
Poco antes de morir, en septiembre de 2009, el Dr. Norman Borlaug, científico agrícola reconocido a nivel mundial, pronunció su famosa frase “llévenselo a los productores”, un llamado a la acción que debemos atender si queremos alimentar de manera sustentable al mundo en 2050. Si no entienden las bases de las buenas prácticas agrícolas, muchos de los pequeños agricultores no podrán sembrar suficientes cultivos para dejar atrás la agricultura de subsistencia.