EL BATÁN, MÉXICO (CIMMYT) — Se proyecta que Irán, con una población de casi 80 millones y un producto interno bruto (PIB) valuado en cerca de US $400 miles de millones en 2015, según datos del Banco Mundial, se convertirá en una economía emergente ahora que se levantaron las prolongadas sanciones económicas relacionadas con las actividades nucleares del país. Irán tiene en su territorio las cuartas reservas de petróleo más grandes del mundo, las segundas reservas más grandes de gas natural y una diversidad de industrias bien establecidas y florecientes.
Solo la agricultura ha tenido un crecimiento constante del orden del 7% al 10% del PIB desde 2010, y emplea a más del 16% de la fuerza laboral del país. Debido a la variedad de climas y la geografía de Irán, el país es el centro de diversidad de muchos de los principales cultivos alimentarios de importancia mundial, entre ellos, el trigo, el cultivo que más aporta a los rendimientos de grano, o sea, casi el 70% de la producción de cereales.
El sector agrícola de Irán es robusto gracias al gran esfuerzo que el país ha hecho para lograr la autosuficiencia en materia de agricultura, que forma parte de la agenda de Irán desde la Revolución Islámica de 1979. En 1999, el gobierno de Irán puso en marcha una estrategia dirigida a lograr la autosuficiencia en trigo aumentando la producción mediante el subsidio a los insumos y la adopción de nuevos métodos y tecnologías (semilla mejorada, mecanización y capacitación de los agricultores). En 2012, según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Irán llegó a ocupar el doceavo lugar entre los más grandes productores de trigo del mundo.
Sin embargo, ese crecimiento fue impulsado en gran medida por políticas insostenibles y perjudiciales para el medio ambiente. El sector ahora tiene problemas relacionados con la degradación del suelo y el cambio climático. Entretanto, se siguen importando grandes cantidades de grano para satisfacer la demanda local y mantener reservas estratégicas. La reducción en el apoyo al desarrollo agrícola en los últimos años puede atribuirse también a las sanciones y al aumento de la inflación desde 2011.
La grave escasez de agua es ahora algo común debido a las políticas agrícolas de Irán, aunadas a las lluvias erráticas y escasas, y la sequía. Hoy en día, Irán ocupa el lugar 24 entre las naciones más afectadas por la escasez de agua, y las proyecciones indican que esto se convertirá en un alto riesgo en las próximas dos décadas. La agricultura consume el 90% del agua en Irán, de la cual se desperdicia más del 60% durante el riego, según estimaciones del gobierno.
En el noroeste de Irán, en la provincia de Azerbaiyán Occidental, se encuentra uno de los centros agrícolas más importantes del país. Sin embargo, ni siquiera esta provincia rica en recursos ha escapado a los efectos de la escasez de agua que padece el país. La sequía causada por el cambio climático, el aumento en el uso del agua para la agricultura con riego (se aplica riego en más del 75% de la superficie de trigo en la provincia) y la mala administración han sido la causa de que el nivel de agua del lago Urmía —el lago más famoso de Irán— haya descendido casi 90% desde los setenta y que, en consecuencia, los agricultores de las provincias de Azerbaiyán Oriental y Azerbaiyán Occidental padezcan escasez de agua. Los campos agrícolas en las inmediaciones del lago se riegan con agua de pozos subterráneos y de ríos, los cuales también están bajo presión porque ha aumentado la demanda para uso doméstico.
En respuesta a esta situación, las tres provincias ubicadas en la cuenca del lago Urmía —Azerbaiyán Oriental, Azerbaiyán Occidental y Kurdistán— y el gobierno de Irán ha unido sus esfuerzos para restablecer y preservar el agua del país, lo cual incluye dejar de construir presas, administrar las represas existentes y regular el uso de las tierras agrícolas.
Promover la agricultura de conservación (AC) –prácticas agronómicas que incluyen movimiento mínimo del suelo, cobertura permanente del mismo y la utilización de la rotación de cultivos para simultáneamente mantener y aumentar los rendimientos, incrementar las utilidades y proteger el medio ambiente– es la base de la estrategia del Ministerio de Agricultura de Irán orientada a ahorrar agua y crear una agricultura más sustentable.
“Con estas prácticas se reducen los costos de los agricultores, aumenta la calidad del suelo, disminuye la erosión y mejora la actividad biológica del suelo, y al mismo tiempo, aumenta la productividad agrícola”, comenta Mohammad Esmaeil Asadi, científico sénior de la División de Estudios de Ingeniería Agrícola del Centro de Educación e Investigación Agrícola y de Recursos Naturales e instructor certificado de AC del Ministerio de Agricultura. “Los campos sin labrar donde se dejan los rastrojos captan y retienen mejor la humedad y, en consecuencia, los rendimientos aumentan con menos agua”.
Es necesario generar conocimientos de las prácticas de la AC a nivel local para cambiar la agricultura en Irán, según Asadi. Exalumno del CIMMYT, Asadi es uno de los numerosos científicos iraníes que el CIMMYT ha capacitado.
El CIMMYT ha estado presente en Irán desde los sesenta y ahora apoya el giro que el país está dando hacia la agricultura sustentable, mediante la investigación científica y la asesoría en AC. Más del 90% de las variedades de trigo que se siembran en Irán provienen, ya sea directamente de las líneas avanzadas del CIMMYT o de cruzas con al menos un progenitor del CIMMYT efectuadas por los programas nacionales de mejoramiento iraníes.
“El CIMMYT ha tenido un papel significativo en la creación y promoción de las prácticas agronómicas de la AC en Irán”, señala Mohammad Reza Jalal Kamali, investigador sénior de trigo y representante del CIMMYT en Irán. “Al capacitar a científicos e investigadores iraníes en México e India e impartir talleres locales para diversos actores, con la colaboración de científicos nacionales, podemos lograr que la AC se adopte y se expanda a nivel local en todo el país.”
Recientemente, Asadi impartió un taller de AC en el que se dio a conocer lo último sobre esta tecnología en Azerbaiyán Occidental; el taller contó con la participación de 70 personas, entre ellas, agricultores, fabricantes de maquinaria, agentes de extensión, investigadores y otros expertos en agricultura de toda la región. El evento fue patrocinado por Bukan Kaveh SazehKesht, fabricante de maquinaria de AC con base en Azerbaiyán Occidental. Con lo que aprendieron en el taller, los participantes elaboraron planes de trabajo a nivel provincial y nacional para proyectos de AC.
“Con las demostraciones nos dimos cuenta de que si utilizamos las prácticas agronómicas de la AC (movimiento mínimo del suelo, retención de rastrojos en la superficie y rotación de cultivos), resulta fácil aumentar los rendimientos y mejorar la materia orgánica y la biología del suelo”, afirma Asadi.
El Ministerio de Agricultura de Irán invierte actualmente en soluciones sustentables para la agricultura, con el propósito de lograr la autonomía de los principales productos agrícolas básicos, incluido el trigo, en los próximos 5 a 10 años, y esto incluye planes para diseminar las prácticas agronómicas de la AC en tres millones de hectáreas.
“Las tecnologías y prácticas agronómicas de la AC pueden hacer que Irán logre la seguridad alimentaria”, apunta Asadi. “Vivimos en un cinturón árido y semiárido del planeta, nuestros recursos hídricos son escasos, nuestras reservas de agua subterránea se están agotando, y además, recibimos apenas un tercio de la precipitación pluvial promedio a nivel global. La agricultura sustentable es la estrategia a seguir, si queremos aumentar la producción y al mismo tiempo preservar nuestros recursos naturales”.
Para que esta visión se vuelva realidad, será necesario seguir invirtiendo en los sistemas de producción con AC y otras estrategias sustentables a fin de mitigar la crisis de agua en Irán, lograr que el país se adapte al clima cada vez más variable y esté preparado para hacer frente a las crisis políticas y medioambientales.