Para generar cultivos de cereales que toleren los efectos del cambio climático se necesitarán esfuerzos integrados a nivel mundial entre los distintos cultivos y disciplinas, señala un artículo publicado recientemente en Global Food Security. Los autores de An integrated approach to maintaining cereal productivity under climate change sostienen que los sistemas agrícolas podrían ser más resilientes al cambio climático mediante una mejor coordinación y estandarización de los agroecosistemas, los ambientes experimentales, la biología comparativa y el intercambio de datos. Si se integraran mejor las investigaciones de los principales cereales (trigo, arroz, maíz, mijo y sorgo), esto permitiría aumentar la productividad en condiciones de calor o sequía, lo cual ayudaría a incrementar la seguridad alimentaria de las personas de los países menos desarrollados, muchos de los cuales se encuentran entre los que serán más afectados por el cambio climático.
“La mayoría de los grandes retos de la fitotecnia son trasnacionales y por tanto un esfuerzo integrado de investigación internacional es un escenario donde todos ganan”, opina Matthew Reynolds, jefe del programa de fisiología de trigo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y primer autor del artículo. “Es más eficiente porque se reduce la redundancia de esfuerzos, es sinergético porque aprendemos simultáneamente sobre diversos cultivos y ambientes (o sistemas de producción), y se producen impactos en menos tiempo porque los resultados son diseminados de manera más generalizada”.
El artículo en sí es resultado de un taller celebrado en Nueva Delhi en noviembre de 2013, que fue el primero en reunir a investigadores de reconocidas universidades, centros del CGIAR, sistemas nacionales de investigación agrícola e instituciones del sector privado que trabajan con los cinco cultivos. En el taller se discutieron asuntos de interés común y posible colaboración.
El trigo, el arroz, el maíz, el mijo perla y el sorgo aportan alrededor del 45% de las calorías per cápita que se consumen a nivel mundial, pero este porcentaje aumenta a cerca de 55% en los países menos desarrollados, según la Organización para Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas. Sin embargo, la producción de cereales está en riesgo a causa del cambio climático, que genera impactos negativos en los cultivos, provocados sobre todo por el calor y la sequía, el anegamiento, las heladas y la creciente frecuencia de plagas y enfermedades. La reducción del suministro de agua, el crecimiento de la población y la urbanización, el cambio en las dietas y la creciente demanda de forrajes y combustible, también están ejerciendo presión en la producción de cereales. Teniendo en cuenta todos estos factores, los investigadores estiman que serán necesarias tasas de crecimiento del rendimiento de 1.2 a 1.7%, si queremos satisfacer la demanda mundial y reducir la desnutrición.
Los autores del artículo –entre ellos, representantes de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional y de la Fundación Bill & Melinda Gates– identificaron características prioritarias de tolerancia al calor y a la sequía en todos los cereales, y también hicieron un llamado a que haya una mayor colaboración, a fin de que estas características puedan ser modeladas y ensayadas en plataformas genotípicas comunes y que los datos resultantes sean compartidos con otros investigadores a nivel mundial como bienes públicos internacionales.
“Este artículo sienta las bases de lo que necesitamos hacer”, expresó O.P. Yadav, director del Instituto de Investigación Central en Zonas Áridas del Consejo Indio de Investigación Agrícola. “Muestra también que esto es posible, una vez que varios institutos decidan trabajar juntos con una meta común y colaborar para aumentar la resiliencia de diversos sistemas de producción”.