El miércoles pasado, Alpha Diallo, fitomejorador de maíz con residencia en Kenia, y su chofer, Haron Mwangi, fueron protagonistas de una terrible experiencia en las pendientes del monte Meru en Tanzania, donde permanecieron totalmente aislados por casi seis horas. “Nos dirigíamos desde Nairobi al Instituto de Investigación Agrícola Selian (SARI), en Arusha, a una ceremonia con motivo de la liberación de tres variedades de maíz del CIMMYT y a cosechar los ensayos de sequía que sembramos conjuntamente. Al llegar a Donyo Sabuk, a 40 km de Arusha, vimos a lo lejos algunas nubes negras”, relata Diallo. Recorrieron otros tres kilómetros por el empinado camino; no había indicios de lluvia; pero, repentinamente, densos nubarrones cubrieron el cielo y comenzó a llover a cántaros. “En un santiamén se formó una enorme masa de agua proveniente de las montañas”, comenta Mwangi.
Era un verdadero diluvio, y Diallo y Mwangi tenían que tomar una rápida decisión. “Nos quitamos los zapatos, salimos del auto y saltamos para caer en una pequeña isla que había al lado; pensamos que era de roca.” Sin embargo, a los pocos minutos comenzaron a ver con horror cómo la persistente lluvia se estaba llevando una “isla” contigua, parecida a la suya. “Fue entonces cuando nos percatamos de que nuestra isla no era más que un montículo de suelo volcánico y que, si la lluvia no cesaba, podría ser también arrastrada por la ya furiosa corriente”, dice Diallo.
La lluvia duró aproximadamente cuatro horas. Cuando por fin el sol se asomó, el nivel del agua era de más o menos metro y medio por debajo de la cima de su isla. Los masai vinieron en su ayuda –pastores que habitan las vastas llanuras del Gran Valle del Rift, entre Tanzania y Kenia. En las siguientes dos horas 10 hombres lo ayudaron a sacar el vehículo del CIMMYT, que había quedado sepultado por el lodo hasta la altura de la puerta.