La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) encomendó al CIMMYT un nuevo proyecto destinado a introducir cultivos de cobertura en Zambia y el centro y el sur de Malawi.
Esta clase de cultivos mejoran la fertilidad del suelo y lo protegen, y proporcionan forraje y grano para consumo animal y humano. Ayudan también a sustituir fertilizantes minerales, que para los países africanos mediterráneos es muy costoso producir o importar. Muchos agricultores no cuentan con los recursos necesarios para adquirir fertilizantes y aplican menos de 10 kg por hectárea, según estudio realizado en 2013 sobre los sistemas de manejo sustentable y rentable de nutrientes en África Oriental y África Austral.
“Esto equivale a menos de una décima parte de la dosis promedio de fertilizante en países prósperos y explica por qué los rendimientos de maíz en el sur de África son de apenas una tonelada por hectárea. En consecuencia, muchas familias campesinas en la región siguen padeciendo inseguridad alimentaria y atrapadas en un interminable ciclo de pobreza”, explica Thierfelder.
Con total participación de los agricultores, el proyecto ensayará cultivos de cobertura en rotación con maíz y como intercultivo o cultivos de relevos en diferentes sistemas de producción.
“El maíz mejorado de alto rendimiento solo mostrará su potencial si se aplican buenas prácticas agronómicas, como espaciado óptimo, siembra a tiempo, un buen control de malezas y plagas y fertilización adecuada. “Los agricultores europeos y de las Américas han seguido estos principios básicos por generaciones, y algunas de las ideas se propagaron en Asia y África durante la Revolución Verde. Sin embargo, en África los fertilizantes mineralizados suelen ser usados por agricultores prósperos y en cultivos comerciales.
“El maíz mejorado con tolerancia a la sequía y otros factores, combinado con las prácticas de la agricultura de conservación (remoción mínima del suelo, retención de rastrojo y diversificación de cultivos por medio de rotación e intercultivos) son la mejor opción para liberarse de la trampa de la pobreza”, continúa Thierfelder.
La retención de residuos es un componente crítico de la agricultura de conservación, pero tradicionalmente han servido para alimentar al ganado, que también forma parte del sustento y los ingresos de los pequeños agricultores. Por tanto, la agricultura de conservación gira en torno a la capacidad que tenga un sistema de producir suficiente biomasa para alimentar animales de granja y proveer una cantidad adecuada de rastrojo al mismo tiempo. Se necesita una fuente de fertilización que alimente al sistema de producción.
El proyecto FAO-CIMMYT buscará una solución mediante la siembra de cultivos de cobertura para diferentes usos. “En los pasados cinco años, el Programa Global de Agricultura de Conservación del CIMMYT identificó variedades con potencial que se adaptan a las necesidades de los agricultores”, señala Thierfelder. “El frijol terciopelo, las judías, el caupí y el cáñamo de bengala producen de 10 a 50 toneladas por hectárea de biomasa adicional para el ganado. También pueden fijar de 50 a 150 kilogramos de nitrógeno por hectárea en el suelo y no necesitan fertilizante adicional para crecer. Por último, las judías y el caupí producen grano de consumo humano.”
La propuesta de Thierfelder es que los agricultores dediquen parte de su tierra a la siembra de maíz con agricultura de conservación y que en la superficie restante siembren cultivos de cobertura y cultivos biofortificados y comerciales, con lo cual aumentarán al mismo tiempo la fertilidad del suelo y los ingresos familiares. “De esta manera, un agricultor diversifica sus cultivos y poco a poco va ganando dinero para comprar fertilizante mineral, aumenta la productividad en sus campos y sale de la pobreza”.
Los cultivos de cobertura no son algo nuevo en África. Entonces, ¿por qué esta vez sí darán resultado?
Según Thierfelder, hay ejemplos de buenos resultados en el norte de Mozambique, donde CARE International, una organización colaboradora del CIMMYT, utilizando judías y germoplasma mejorado en sembradíos de yuca, ha aumentado los rendimientos de este tubérculo de 4 a 13 toneladas por hectárea, sin tener que aplicar cantidades adicionales de fertilizante mineral. “En Tanzania, las judías y otros cultivos de cobertura son una parte importante de los sistemas de producción”, agrega. “En Zimbabwe, los buenos resultados de experimentos con maíz y cultivos de cobertura que se han realizado como parte del proyecto ZimCLIFFS, que patrocina ACIAR, constituyen también una esperanza. El proyecto FAO-CIMMYT trazará la ruta a seguir para integrar los cultivos verdes en estos sistemas de producción.”